En algunos árboles escondió su pasión, un arma lo alejaba de sus sueños que quedaron entre bosques y caseríos, esa situación y otras acciones lo llevaron a dejar las filas de la insurgencia e ingresar a la pintura.
*Ancízar, exintegrante de las Autodefensas Unidas de Colombia, en el corregimiento de La Mesa, jurisdicción de Valledupar, pudo disparar ráfagas de un fusil o de armas cortas, pero no atentó contra su deseo, ser un pintor de clase y estilo propio.
Se desmovilizó hace tres o cuatro años después de su incursión en el grupo ilegal que operó bajo el mando de Jorge 40. “Retirarme era algo que tenía pensado hace mucho tiempo, a uno se le presentan tantas cosas como el desempleo que me tocó ir a un modo de vida como ese, no por querer hacer daño, si no en busca de un porvenir. Yo ingresé entre los años 2003 y 2004 a las filas de los paramilitares y en el 2006 llegó la desmovilización”, aseguró el hombre de 37 años.
La Mesa desde el aire es una población como otras. Son casas alineadas con una escuadra gigante para hacer hileras que forman cuadrados perfectos. Tiene techos de zinc, oxidados por la lluvia y el sol que desaparece sin avisar. Allí se realizó el 10 de marzo de 2006, una de las desmovilizaciones de las Auc en el gobierno del expresidente Álvaro Uribe Vélez.
En la tierra, algunas calles sin pavimentar son una polvareda cuando el calor, enardecido en la piel, reseca la garganta y la sombra de los árboles de mamón son abrigo obligado. En sus estribaciones hay muchas historias, así como personas asesinadas por el grupo de las autodefensas, cuyos cuerpos nunca aparecieron.
“Cumplía un papel de informante, el denominado ‘mosca”, explicó Ancízar quien hace parte de las 50 personas en Proceso de Reintegración (PPR) con la Agencia Colombiana para la Reintegración, ACR, en el Cesar.
A estos emprendendores focalizados en Valledupar y municipios cercanos como Manaure, Pueblo Bello y La Paz, se les incluyó en una estrategia de atención integral en tal sentido, a través del operador Pastoral Social, dentro de un convenio entre la ACR y la Organización Mundial para las Migraciones, OIM.
Dentro de la misma reciben orientación y formación para la administración de las unidades productivas, por parte del equipo de profesionales del ente ejecutor y sus emprendimientos los desarrollan en sectores económicos como el industrial, pecuario, comercial, de servicio y de comercio.
“Con el arma se siente un valor inalcanzable, pero cuando se tiene un pincel en la mano hay un síntoma de fortaleza, tanto para uno como para la comunidad, eso me ha ayudado a expresar esperanzas para niños, jóvenes y adultos”, aseguró esta persona que ahora se dedica a pintar, en un estilo de expresionismo sobre lo que vivió y lo que desea para su nueva vida.
“Ahora mismo trabajo el expresionismo, trato de expresar con mis pinturas momentos cuando estuve en las filas de las autodefensas y que deseo olvidar”.
El objetivo final del programa nacional es que este grupo de población tenga la oportunidad que su unidad productiva sea hoy día una empresa con nombre único y protegido, con posibilidades de crecimiento y que a través de la formalidad pueda consolidar su negocio cono una fuente generadora de ingresos sostenibles y sustentables en el futuro.
Las pinturas de Ancízar llegan a cien, de esas ha enviado a países como Estados Unidos y Venezuela, también a Cali, Montería, Valledupar, Barranquilla, ciudades colombianas. “Debo agradecer a todas esas personas de la ACR y sigo esperando muchas oportunidades para dar más de mí y aportar mi talento”, indicó.
En la actualidad, la Agencia Colombiana para la Reintegración tiene activos 1.500 procesos, de los que 34 fueron culminados en Cesar y La Guajira, 300 recibieron apalancamiento económico y ahora 50 personas cuentan con una generación de ingresos.
“El proceso de integración ha sido un fruto que se está labrando desde el año 2006, atendemos a quienes se desmovilizaron de grupos ilegales como guerrillas o autodefensas. Buscamos con esta población desarrollar actividades y competencia que les ayuden a mantenerse en la legalidad de una forma sostenible”, dijo Angélica Agámez, coordinadora del ACR en Cesar y La Guajira.
“Cuando estaba en las filas de las Auc tallaba en los árboles pinturas, esos recuerdos están en mi mente. Yo pintaba para salirme del aburrimiento, pero ahora lo hago como profesión y además para sobrevivir”.
Por Carlos Mario Jiménez / EL PILÓN
carlos.jimenez@elpilon.com.co