El pasado 23 de abril se celebró el Día del Idioma Español, fecha escogida por la ONU para conmemorar un aniversario más de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, autor de la obra: ‘El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha’. La muerte del escritor ocurrió el 22 de abril, pero se tomó el día 23 que corresponde realmente a la fecha de su entierro, por ser esa la costumbre.
Gracias a mi difunto padre, que adquirió para mí la versión infantil de la obra, tuve contacto con este curioso y pintoresco personaje a temprana edad. Me ponía a leer en voz alta sus capítulos y me divertía mucho con las ilustraciones del libro. Desde entonces le tomé un especial cariño a la magistral obra de Cervantes, la cual he leído incontables veces, sin aburrirme, por el contrario cada vez le saco mayor provecho, como en esta oportunidad que me puse a reflexionar sobre el valor de la lealtad, y encontré que Don Quijote fue leal a la autoimpuesta misión de caballero andante, en aras de defender a las doncellas de bandidos y malhechores, de resolver entuertos, de tener su brazo armado siempre dispuesto a luchar en favor de la justicia, y liberar a los cautivos.
Fue leal en el amor. No tuvo ojos sino para su amada, la sin par, Dulcinea del Toboso, a quien dedicaba con suma diligencia los triunfos obtenidos en franca lid, y solicitaba que los enemigos vencidos en batalla le rindieran pleitesía. Fue además fiel a sus creencias religiosas, recuérdese que a petición suya hizo traer un cura para que lo confesara antes de entregar su alma al Creador. Pero hablemos también de Sancho Panza, este personaje fue leal a la amistad que le profesaba a su amo, a estar con él, aún a expensas de su propia integridad, jamás renunció a servirle conformándose con mendrugos de pan, a la espera de que su amo le cumpliera la promesa de nombrarlo gobernador de una ínsula. Jamás traicionó a su amo, a pesar de no compartir su misma visión del mundo, nunca le faltó al respeto, pero tampoco se guardó sus imprudentes comentarios, ni su costumbre de echar leña al fuego, con la mención de sus refranes populares, en respaldo del pragmatismo propio de su condición socioeconómica.
Siguiendo la tradición, le regalé la obra a mi hija Adriana Patricia, con una dedicatoria de cuyo texto no quiero acordarme, disfrutándola en su totalidad, a tal punto que investigó hasta las glosas que remiten a otros textos para una mayor ilustración, lo que le tomó más tiempo del esperado.
Para quien esto escribe, resulta muy triste encontrar estudiantes de la facultad de Derecho, de universidades públicas y privadas, que no tienen el hábito de la lectura, y que ni siquiera han leído la versión en PDF de esta magna obra, y lo afirmo con pleno conocimiento de causa. Nota de cierre: Sería bueno conocer a cuánto asciende el monto de lo recaudado por concepto de multas a los establecimientos públicos que han infringido las restricciones por el covid-19, impuestas por la Alcaldía. Valdría la pena conocer dicho monto y su destinación, ¿no le parece?