Creo que no hay una persona en nuestro medio que no haya sido víctima de una “plantada”, o que lo “hayan dejado metido; la llamada que nunca llegó, los tradicionales “yo te aviso” “nos estamos hablando”, “ya voy en camino” o la apagada de teléfono para no tener que dar explicaciones al afectado, en fin, se volvió paisaje y parte de la cultura el quedar mal, o el inventarse cientos de excusas con las que se podría escribir un manual para los impuntuales e irresponsables y evitar sencillamente decir, no quiero, no puedo, o no me interesa.
Así pues, cuando dos irresponsables interactúan los efectos de su impuntualidad, de su falta de tacto y su desparpajo para quedar mal tiene poco efecto entre ellos pues como practican este tipo de comportamientos y actitudes simplemente es natural; el problema surge cuando un irresponsable o impuntual se encuentra con una persona estricta puesto que el choque es inmediato.
Partamos de un simple ejemplo cotidiano; usted tiene una cita con una persona en fecha y hora acordada, digamos que usted es una persona organizada y lleva una agenda perfectamente planeada, evita que se cruce con otra actividad, pone alarmas para que al menos una alerta le recuerde con suficiente antelación que tiene un compromiso, cancela otras actividades que quizás son muy importantes para poder estar a tiempo y completamente dispuesto para reunirse o verse con esa persona; lo que sucede es que usted llega al lugar a esperar al personaje, pasan diez minutos, veinte, treinta o quizás cuarenta minutos y la persona no aparece ni se reporta para aplazar, cancelar o disculparse, nada de nada.
O podríamos recrear otro ejemplo que sucede con muchísima frecuencia, usted deja el vehículo en el taller después de haber “apartado el turno”, faltando 10 minutos para la hora está en la puerta de dicho taller cumpliendo sagradamente con la cita previamente acordada, lo entrega y le dan la hora de recogida “venga a las cinco de la tarde”, creo que es una hora que se estandarizó en todos los talleres o centros de servicios asociados a vehículos; durante todo el día nadie se comunica del taller para informarle o retroalimentarlo sobre el avance de la reparación de su vehículo, súmele que usted debe viajar a primera hora a cumplir un compromiso ineludible y del cual depende por ejemplo un gran negocio; a las cinco de la tarde llega al taller y encuentra su vehículo aun desarmado y el mecánico que lo estaba reparando atendiendo otro, mira el reloj y sabe que no existe ninguna posibilidad que su vehículo lo terminen en el tiempo que queda de turno de los técnicos; lo primero que llega a su mente es ¿Pero por qué no me avisaron? ¿Por qué me dijeron que fuera a las cinco si no lo iban a tener listo? Y cuando le pregunta al mecánico las razones de semejante irresponsabilidad usted no sabe si llorar o reír de la impotencia ante la respuesta del personaje, y podría seguir citando ejemplos de lo que es la antítesis de la responsabilidad.
La impuntualidad lleva a la mediocridad y esta a la irresponsabilidad y al final a toda una serie de antivalores que terminan siendo caldo de cultivo de la inobservancia de las normas y por ahí derecho del quebrantamiento de la ley lo que termina implosionando a una sociedad entera, por algo los suizos e ingleses hoy son lo que son porque son inflexibles ante la impuntualidad.
En un compromiso siempre habrá dos involucrados, el que promete y el que recibe la promesa; quien ofrece genera expectativa y esta genera ansiedad y por supuesto irritabilidad y termina descomponiendo a las personas puesto que un plantón, o el incumplimiento de lo acordado jamás será visto como aceptable o como justificable en una sociedad decente pero como ya está arraigada en la cultura lo ven como normal cuando lo que estamos es al frente de un comportamiento reprochable.
El tráfico, el dolor de cabeza a última hora, la amiga que se accidentó y hubo que dejarla en la clínica, la lluvia que amenazaba con estropearlo todo y cosas que nunca pasaron o la tradicional: “citemos a las cuatro para empezar a las cinco” entre otros comportamientos serán sin duda las barreras que frenarán cualquier asomo de desarrollo como sociedad, y como dice el refrán, “desde que se inventaron las excusas, todo el mundo queda bien”. Fatal.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya.