Por: Indalecio Dangond Baquero
El 20 de junio de 2010, Juan Manuel Santos fue elegido presidente por el mayor número de votantes en la historia de la democracia colombiana. De los 9 millones de votos que obtuvo, la Región Caribe aportó 1.640.304; seguido por Bogotá con 1.447.232; Antioquia, 1.225.272 y Valle del Cauca, 764.830.
Las comparaciones son odiosas, sobre todo cuando sales perdiendo en ellas. Sin embargo, a veces son necesarias, así que veamos algunos ejemplos ilustrativos, porque a pesar de haber recibido un respaldo rotundo del país costeño, el Presidente no ha sido generoso con nuestra región en términos de participación política. En lenguaje cachaco, nos hizo conejo.
Es claro que complace la apertura otorgada a los vallecaucanos en posiciones de alto nivel en el Gobierno (Vicepresidencia, Ministerios de Minas, Educación y Cultura, tres altas Consejerías, Incoder, Aeronáutica Civil, Supersalud y embajadas estratégicas, pero también lamentamos profundamente el escaso concurso que le ha dado a los costeños. Nuestra participación se reduce a los Ministerios de Comercio Exterior y Transporte y según cuentan, fueron más gracias a una íntima amistad, que a la necesidad de otorgar representación a una región importante. Queda bien claro que a la hora de las elecciones nuestros votos son valorados, pero a la hora de gobernar, estan mas castigados que las acciones de Interbolsa.
Se pregunta uno ¿por qué?. Tiendo a pensar que también se debe a la enorme crisis de liderazgo de la clase política y empresarial del Caribe, quienes al parecer no han captado el potencial que tenemos y por ende, no lo visibilizan, ni gestionan por él.
Es increíble que a pesar de contar con los más importantes destinos turísticos, una contribución superior del 22% en la producción ganadera y agrícola del país, el 52% de la producción nacional de sal, las mayores reservas de níquel en Cerro Matoso, el gigantesco campo de gas en la costa norte de la Guajira, las enormes reservas de gas metano y carbón en el centro del Cesar y la Guajira, no tengamos una red vial de primer orden y un tren de carga que cumpla las funciones básicas de integración de estas zonas de producción con el centro del país y las zonas portuarias.
Mientras los vallecaucanos se prestan a poner en marcha el ferrocarril Transandino (760 km) que conecta a Buenaventura con Puerto Gaitán (Meta) y los paisas comienzan a construir las autopistas de la Montaña ($15.6 billones) que unirá a Antioquia con el resto del país y los puertos del Pacifico, a la ruta del Sol la cogió la noche, la navegabilidad del rio Magdalena está en pañales y el proyecto del tren del Carare lo engavetaron hace cuatro meses en la Agencia Nacional de Infraestructura (ANI).
Lo más insólito es que entretanto, unos dirigentes regionales están promoviendo un ferrocarril que conecte a Cartagena con Barranquilla y Santa Marta. Será para transportar los mercados que sus señoras hacen los fines de semana en PriceSmart. ¡Qué absurdo!
Es aquí donde todos nos preguntamos. ¿Sesenta y tantos congresistas costeños que nos cuestan algo más de 1.800 millones de pesos mensuales, para qué? ¿Un millón 600 mil votos a Santos para qué? Claramente las altas esferas políticas están de espaldas al Caribe Colombiano.