“Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado; al corazón contrito y humillado no despreciarás tú, oh Dios”. Salmos 51,17.
Pensando en la cercanía de las elecciones y en la costumbre de algunos candidatos de acudir a las iglesias cristianas para recibir una unción ganadora, aunque no profesen ni frecuenten dicho culto; quiero hoy advertir acerca de la importancia de elegir personas con temor de Dios en su corazón, quebrantados en su espíritu y que estén dispuestos a obedecer a Dios.
El voto cristiano se ha convertido en un sector decisorio dado el alto índice de abstención de la población. Pescar votos en medio de las necesidades sentidas de las iglesias es como pescar en estanque de criaderos de peces. Es menester respetar el ejercicio de la libre voluntad y la expresión de las convicciones de los miembros de nuestras iglesias, sabiendo que en ellas hay un componente divino y otro humano.
Los sacerdotes, pastores y ministros deben instruir en justicia, pero de ninguna manera negociar, ni mucho menos comprometer el voto colectivo para beneficio electoral de algún candidato de su preferencia. Los creyentes de cada iglesia cristiana o parroquia deben tener absoluta libertad para votar por el candidato de su predilección.
Por supuesto que existen formas sutiles de direccionar la votación, sobre todo si se conoce la situación real de la membresía. Esos votos amarrados anulan la voz profética de la iglesia, limitan la capacidad de denuncia y nos convierten en parte del problema y no en parte de la solución, como debería ser nuestro llamado, conforme con la orden de Jesús de ser luz, sal y levadura.
Amados amigos: Dios tiene una universidad. Es una escuela pequeña. Pocos se inscriben y menos se gradúan. Dios tiene esa escuela porque quiere formar hombres quebrantados de corazón. Muchos candidatos afirman ser la autoridad de Dios, y no lo son. Otros que dicen estar quebrantados de corazón, y no lo están. También hay quienes tienen la autoridad de Dios, pero son insensatos, de corazón no quebrantado.
Me pregunto: ¿Por qué hay tan pocos alumnos en la escuela divina de la obediencia y el quebrantamiento? Porque todos los estudiantes deben sufrir la confrontación y pasar por la aflicción de someterse de corazón a una autoridad mayor a quien finalmente tendrán que rendir cuentas.
Mi exhortación para los candidatos es que sean ustedes mismos, no se arropen con vestidos que les quedan grandes, hablen y presenten sus propuestas con el corazón y permitan que libremente el pueblo decida por las mejores.
Para mis hermanos en la fe, de cara a las elecciones, nos encontraremos con tres tipos de liderazgo: Uno representado por el rey Saúl. Perseguidor, enajenado, lanzador de lanzas, sobornando y queriendo prolongar su reinado a toda costa y no teniendo en cuenta los designios de Dios como autoridad suprema. Otro, como el liderazgo de David. Incluyente, generoso, participativo, respetuoso de la autoridad y confiado en la dirección de Dios. Y un tercer tipo como el de Absalón, su hijo. Interesado, traicionero, buscador de sus propios beneficios, no respetuosos de los pactos, desconocedor de los lazos familiares, rebelde ante la autoridad de Dios.
Al final, con ese panorama político, debemos decidir quiénes consideramos serán nuestros legisladores. ¡Que Dios nos ayude y nos dé sabiduría para elegir!
Para los abstencionistas, ¡voten! No renuncien a su derecho de elegir.
Pidámosle a Dios que nos guie para escoger, pero participemos con responsabilidad y buena conciencia. ¡Dios bendiga al Cesar y a toda Colombia! Un abrazo en Cristo.