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De autodefensa a miembro de la iglesia: la historia de un exparamilitar desde ‘La Tramacúa’

En el Establecimiento Penitenciario y Carcelario de Alta y Mediana Seguridad de Valledupar, conocido popularmente como ‘La Tramacúa’, el diario EL PILÓN conoció la historia de vida de Luis Carlos Ávila, desmovilizado y exmiembro del bloque norte de las Autodefensas, quien en el pasado estuvo involucrado en diferentes masacres en el Cesar y actualmente profesa la devoción a Cristo. 

De acuerdo con Ávila, se desmovilizó en el año 2006 y lleva más de ocho años privado de la libertad en ‘La Tramacúa’ por delitos como extorsión, desaparición forzosa y por también haber hecho parte entre los años 1996 y 1998 de “las primeras masacres perpetradas por las Autodefensas en el corregimiento de Media Luna, Agustín Codazzi, Villa Nueva e infinidades de crímenes en el departamento”.

“Yo soy uno de los fundadores del bloque norte en el Cesar y me encuentro en este penal en donde he tenido una buena resocialización. Soy de quienes piensan que en la cárcel entra la persona más no el delito. Aquí en la comunidad hay personas de las Farc, ELN, EPL, LGTBIQ+ y hemos aprendido a respetar nuestras diferencias”, manifestó Ávila. 

Vestido con corbata azul y camisa manga larga, aseveró que hace parte de la Mesa de Transformación para La Paz y es miembro de la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia, congregación religiosa que lo ayudó a “conseguir una nueva vida después de años de estar con las manos llenas de sangre”. 

Este hombre que se refiere a sí mismo como “transformado”, comentó  que le pide perdón a Dios, a Colombia y al Cesar por sus crímenes, aunque según él su condena no sea suficiente para resarcir lo que hizo. 

El llamado

En medio de la entrevista con el diario EL PILÓN, Ávila se tomó unos segundos para cantar una canción que para él es un símbolo del proceso que vivió para conocer a Dios. Con entusiasmo entonó la alabanza: “Mi vida comenzó, cuando el señor llegó, y hoy puedo contar de su amor. Deja que Cristo te transforme a ti, que cambie tu vida también; piensa en la cruz en donde murió por ti, ábrele tu corazón”.  

Este privado de la libertad contó que el llamado lo sintió estando dentro de ‘La Tramacúa’, un día que asistió a un culto que hicieron en el establecimiento penitenciario. “Llevaba cuatro meses en la cárcel cuando una persona afuera me robó 65 millones de pesos. En mi ignorancia cuando entré a la iglesia dije que no me quedaba con eso y que esa persona tenía que asesinarla”, relató Ávila. 

En ese orden de ideas, aseguró que llamó por teléfono a dos sicarios para que en la ciudad de Barranquilla asesinaran al sujeto que lo había robado. “Conforme iba avanzando la prédica yo me empecé a sentir mal. Sentía un peso y comencé a cuestionar mis acciones. Como algo fuera de lo normal, el culto se acabó antes y salí de allí a llamar a los sicarios para que no mataran a esa persona”, dijo Ávila. 

En ese sentido, afirmó que cuando pudo comunicarse con los sicarios, estos aún no habían cometido el homicidio y les dijo que no lo hicieran porque sus manos ya no estaban para “derramar sangre, sino para glorificar y alabar a Dios. Acotó que los seres humanos siempre tienen una segunda oportunidad, carnal y espiritual, oportunidad que él la tomó a través del bautismo en la Iglesia Pentecostal Unida de Colombia. 

La condena 

Con convicción en su mirada, Ávila precisó que está condenado a más de 800 años por todos los crímenes que ha cometido. Puntualizó que está en Ley 600 y que está ayudando a la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas, UBPD, en la ubicación de fosas humanas porque tiene conocimiento de muchas en el Cesar y el Magdalena.

“Estuve involucrado en secuestros, asesinatos y extorsiones que he venido afrontando ante los diferentes entes de control. Hoy yo soy un hombre nuevo porque Dios hizo la obra en mí y me cambió. Hay quienes me preguntan cuántos años de condena me hacen falta por cumplir y siempre les digo que solo Dios sabe porque ni Matusalén paga la condena que yo tengo”, comentó Ávila. 

Agregó que Dios ha transformado a sus enemigos debido a que un ciudadano de nombre Luis Rodríguez, oriundo de Bosconia, al que le asesinó a su hermano siendo autodefensa, actualmente es su amigo. “Él juraba que me iba a asesinar y nos encontramos los dos siendo cristianos. Lloramos juntos al vernos porque estos cambios solo los hace Dios”.

Por Namieh Baute Barrios

Categories: Valledupar
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