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¡Cuidémonos!

A todos nos duele morirnos, pero unos  exponen más la vida que otros y los que más la exponen, duele decirlo, son los más pobres; los ricos y los que no somos ricos, la cuidamos más y todavía mucho más cuando tenemos conciencia de que estamos útiles y le hacemos falta a los familiares y amigos.

Los pobres de solemnidad no tienen que ver con nada y lo vemos todos los días y en todas partes, les importa un pepino exponer la vida, saben que hay que usar tapabocas y lo usan, pero en la frente o en el bolsillo; saben que hay que estar a una distancia de 2 metros y viven en la calle apiñados y uno casi que encima del otro; saben que no deben tomar tragos ni bailar y fumar y ‘embúa’, se ríen de eso; y lo más grave y criminal, a sabiendas, algunos, que están infectados, positivos, pero sin síntomas, andan en la calle como si nada, fregando -por no decirlo con J, porque entonces Romoca me tilda de vulgar-, a los que están sanos pero en la calle sin ninguna protección.

Los ricos sí se cuidan y cumplen con todas las normas que mandan las autoridades y a pesar de ello también han sido víctimas del mortal bicho ese por no prescindir de la comodidad de tener el chófer, la empleada doméstica u otro empleado que se van para su casa los fines de semana o todos los días y se cuidan, pero que regresan en contra de su voluntad porque a ellos también los pueden infectar los ricos.  Por mí, que no soy rico ni pobre, les pagaría sin trabajar, pero ni así, las señoras se oponen porque ellas no van a cocinar, lavar ropa, baños y platos, planchar, barrer y mechar y prefieren exponerse, exponernos y exponer a los demás y ya son muchos los casos que se han visto con resultados mortales.

Parece que los deudos de los pobres, a los que demuestran no querer la vida, les duele más su desaparición, no lloran; ellos requiebran, gritan, palmotean, recuerdan y hablan locuras y abrazan el ataúd queriendo irse con el difunto; caso contrario sucede en entierro de ricos y poderosos donde no hay llanto y menos un grito adolorido, ni una lágrima y no se aferran al féretro y eso no quiere decir que no les duela la muerte de su ser querido, es cuestión de comportamientos, aunque a veces no aguantan y explotan en lamentos que les sale de lo más profundo del corazón.

Otro caso de infección peligrosa es el de los niños, cuando vean a uno de ellos con fiebre, aunque sea leve, tosecita y dolor de cabeza, no lo duden llamen a su médico o a su EPS y soliciten que les hagan la prueba, porque a ellos les da así y son transmisores del virus que en los mayores y achacaos como yo, hace estragos y a los demás los manda a la cama o a aislamientos absolutos.

Colaboremos para que esto no siga creciendo, miren, nuestro alcalde El Mello, su señora Laura y su hija están infectados sufriendo el rigor de la enfermedad por estar haciendo esfuerzos y sacrificios dentro de la comunidad para que los enfermos disminuyan y no haya más muertos. No freguemos, cuidémonos y cuidemos a los demás que ya el final feliz está cerca.

Elevemos una oración al Señor y pidámosle por la recuperación de El Mello, su familia y todos los afectados.

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Jose_Aponte_Martinez: