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Cuba

El domingo 11 de julio, el mundo entero fue testigo de un hecho crucial en la historia del país del tabaco, el ron y la música tropical; ¡ah!, se me olvidaba mencionar que, este, también es el país de los Castro. Fidel, líder natural de la revolución cubana, se hizo con el poder en el año 1959, derrocando al entonces, también dictador, Fulgencio Batista. En adelante, toda la historia de esta nación cubana ha estado atravesada por la figura de este líder político y su doctrina marxista-leninista que se implantó bajo el paraguas del partido comunista de Cuba que, dicho sea de paso, ostenta el poder desde aquel entonces.

Estando en vida, Fidel designó a su hermano Raúl como su sucesor y después, este designó a Miguel Díaz Canel, quien es el actual jefe de Estado del pueblo cubano. Cuba es un país parlamentario, los ciudadanos no votan por el presidente, este es elegido por una asamblea nacional que sí es elegida mediante votación popular. Esta, a su vez, designa a su jefe de gobierno. Es una asamblea en la que el 98 % de los diputados son afines al proyecto comunista, de ahí que los tres presidentes que ha tenido sean del mismo proyecto político nacido en el seno de la revolución.

Pues bien, este fin de semana dio la sensación que se empezaron a mover las estacas que sostienen a esta legendaria doctrina política en Cuba. Una considerable ciudadanía silenciosa -hasta hace días- se lanzó a las calles de la isla pidiendo libertad y gritando a voz en cuello que se derroque la dictadura. Pero, ¿qué hay detrás de las protestas? Aquí van tres razones.

1: Detrimento económico. El comunismo es ideológicamente perfecto y seductor, la concepción de que todos son iguales, tengan de todo, y existan los mismos privilegios, cautiva. Es, si se quiere, sostenible en un lapso de tiempo, sin embargo, en la práctica no es así; no todos son iguales, hay escasez y existen pocos privilegios. Es un modelo de país que se ha probado y la evidencia dicta que es un fracaso. Ante un gran Estado que lo quiere suplir todo y la casi nula inversión privada en la isla, los cubanos subsisten, o con las ayudas irrisorias del gobierno o por las ganancias que deja el turismo.

A raíz de la pandemia, ambos ingresos han disminuido considerablemente. El coronavirus, además de agudizar la situación de salud y poner en jaque a un sistema de salud tan robusto como el cubano, ha impactado la vida económica y social de los habitantes, a lo que se ha unido la emergencia de una creciente inflación, apagones de luz por largas horas, escasez de comida, medicamentos y productos de primera necesidad.

2: Ausencia de democracia. La inexistencia de una oposición política hace ver que todo parezca estar bien, aunque así no lo sea. Si las grandes discusiones políticas, económicas y sociales se dan en un recinto controlado en su totalidad por el partido comunista y sin que nadie opine lo contrario, pues todo se decidirá por unanimidad y entendiendo que nada puede ser mejor. Si entre tres personas se acumulan más de 60 años en el poder, algo no está bien; la democracia requiere alternancia de poder, renovación de ideas y ciclos cumplidos, pero de esto muy poco entienden quienes poseen espíritus dictatoriales.

Todo buen tirano cree que tiene la salvación en su cerebro y que nadie como él, o sus afines, para llevar por siempre las riendas de la nación. Se terminaron pareciendo a Batista, el dictador derrocado por la revolución. Lo cierto aquí es que una nueva generación viene buscando un espacio en el ámbito político, piden apertura democrática y reconocimiento de sus derechos electorales, quieren conformar partido, quieren aspirar y ganar, pero si el régimen electoral persiste, ellos entienden que su tarea será en vano. Hay jóvenes que nacieron en dictadura y no conocen nada más, por eso protestan.

3: El internet. En las dictaduras todo se controla, hay una televisión pública, medios impresos que dicen lo que el gobierno quiere que digan y una fuerte represión contra quien diga algo que vaya en contravía. Sin embargo, hasta hace algunos años, Raúl, el hermano y sucesor de Fidel, ante la avalancha de la globalización, levantó las restricciones que tenían los cubanos en materia de comunicaciones.

A la fecha, aproximadamente el 65 % de la población cuenta con un equipo móvil y señal (precaria) de internet. No pensaron ellos que ese pudiera ser su talón de Aquiles. Estas protestas iniciaron y se convocaron por redes sociales, haciendo un eco impresionante en las personas que rápido no solo recibieron, sino que replicaron el mensaje. Antes hubo tímidas manifestaciones, pero muchos ni se enteraban; el domingo todos sabían, y por eso todos salieron.

La CIDH hizo una investigación preliminar en la que halló: detenciones a periodistas, desapariciones, arbitrariedades en procesos policiales, maltratos, cortes de internet, abuso de autoridad, etc. Algo empezó a suceder en la isla, una parte de Cuba despertó, veremos qué acontece.

Por: Jesus Alberto Perpiñan Cardenas.

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