Por: José Romero Churio
La ausencia de esta columna por dos semanas consecutivas se debió a mi traslado a la capital del país, acompañando a mí esposa en busca del mejoramiento de su salud que, afortunadamente, con intervención quirúrgica subespecializada y la bondadosa voluntad de Dios ya se encuentra en franca recuperación.
Durante el transcurso de mi estancia en Bogotá pasaron cuatro sucesos trascendentales, no sólo para mí sino para gran cantidad de gente. Uno de estos acontecimientos fue la elección de un cardenal argentino como Papa en remplazo de Benedicto XVI, siendo el latinoamericano que en más de dos milenios de historia del catolicismo alcanza tan alta jerarquía, además el segundo no europeo, ya que el apóstol Simón Pedro, considerado como el primer Papa designado por Jesucristo nació en el continente asiático, lo que ha generado enorme alegría en los feligreses de la religión católica, especialmente en Latinoamericana, cuya población en su mayoría es católica.
El nuevo Papa, Jorge Mario Bergoglio, toma el nombre de Francisco I en honor de San Francisco de Asís, quien cuando joven llevó una vida mundana y después de superar una grave enfermedad renuncia a la inmensa riqueza de su familia, siguiendo una vida sencilla basada en los evangelios de los apóstoles de Jesús, por su ejemplar modo de vida, el papa Inocencio III lo ordena diácono y le concede permiso para predicar su noble vocación de apostolado al servicio de los más pobres, que fue ganado discípulos con quienes crea la orden franciscana y posteriormente con la ayuda de santa Clara, fundan la hermandad femenina con el nombre de clarisas.
En realidad, el mundo católico está de pláceme por la manera como el Papa Francisco I imita a su ídolo. Mi ferviente anhelo y sin duda alguna el de muchas personas es que Dios lo proteja de los enemigos de sus convicciones y buenos propósitos que, en verdad, enerva a los codiciosos que tanto mal generan a la humanidad.
Mientras tanto, en Venezuela, los partidarios del presidente Hugo Rafael Chávez Frías lamentan y lloran su muerte prematura, rodeada de mucho hermetismo, que ha dado lugar a un sinnúmero de especulaciones; sin embargo, no se debe desconocer que fue un personaje, quien dividió la historia de nuestro vecino país y trascendió más allá de sus fronteras; por ejemplo, ayer en la ciudad de Valledupar le rindieron homenaje en el sitio de Cinco Esquinas donde el inolvidable sacerdote, Camilo Torres proclamó las misma ideología del Presidente recién fallecido. Q.E.P.D.
En la región de Padilla, ubicada entre los departamentos de La Guajira y el Cesar, su población se encuentra triste ante el sensible fallecimiento del distinguido literato sanjuanero, José Manuel ‘Yin’ Daza Noguera. Este ilustre hombre se ganó un sitial importante en esta región y merece un honor especial por sus excelsas cualidades.
Conocí a ‘Yin’ Daza cuando me visitó a finales de 1989 en mi convalecencia del atentado que milagrosamente me salvé, para mí ha sido una de las más gratas visitas que he recibido, ya que fue en el momento necesario. Recuerdo que me recitó poemas y anécdotas desconocidas para mí. De verdad, fue un rato agradable y reconfortante a mi espíritu afligido por el gran trauma que me mantuvo recluido por varios meses en lecho de enfermo.
Ya recuperado, le devolví la visita en su natal San Juan del Cesar, en su domicilio muy amable me mostró su biblioteca y sus libros me los puso a mi disposición. Volví a compartir con él en el Grupo de Infantería Rondón, cerca de Distracción, La Guajira. La última vez que lo vi fue en la Clínica Valledupar, afectado por la enfermedad que finalmente lo llevó a la muerte. A su familia mis sentidas condolencias y que Dios los llene de valor para soportar su ausencia. De ‘Yin’ puedo agregar, que su única ambición fue cultivar la cultura de leer y escribir sin descuidar su hogar y brindarles buena educación a sus hijos, además de servir desinteresadamente. Q.E.P.D.
El cuarto suceso fue el lanzamiento en Valledupar del libro “Manuscritos de Buhardilla”, autoría de mi dilecto amigo, Carlos Rodolfo Ortega Montero. Todavía no lo he leído pero estoy seguro que me deleitará su amena lectura, como todos los libros de tan refinado escritor. Gracias ‘Rodo’ por tu invitación. No te acompañé por motivos expuestos al comienzo.