Esta semana el presidente Juan Manuel Santos se dirigió al país para aclarar un poco la posición del gobierno en torno al proceso, que en este momento, tiene toda la atención de la comunidad internacional, sin embargo, cuenta con muy poco respaldo entre los colombianos, según las encuestas el 66% no cree en lo que se negocia en La Habana.
Santos fijó un plazo de cuatro meses y fue enfático al asegurar, que sin justicia no habrá paz e insistió en las penas privativas de la libertad para los guerrilleros que se desmovilicen; también fue claro en el tema de curules gratis para guerrilleros, según él, no hay posibilidad y mostró un video en el que aparece como el mayor verdugo de las Farc, sin mencionar que fueron logros de las fuerzas militares en tiempos de y post seguridad democrática; habló de desescalar el lenguaje, algo que no cayó muy bien porque esa misma noche, los guerrilleros siguieron con sus actos terroristas: derramaron crudo en Putumayo, volaron la vía Panamericana, la vía entre Antioquia y la costa, el oleoducto en Nariño y los ataques de siempre, a soldados, que son los que quedan regados en medio de esta guerra absurda. Si bien el pronunciamiento reencausa un poco el proceso, porque logró un efecto inmediato, que fue el cese unilateral de las Farc, por un mes o cuatro meses, no se sabe exactamente; no despeja los nubarrones que se siguen presentando, como la terquedad del grupo guerrillero de no aceptar la justicia, pedir perdón a las víctimas, reparación y garantías de no repetición, además de una concentración de tropa para adelantar un cese bilateral final de hostilidades. El gobierno se dio cuenta de que el proceso cada vez se hundía más en el fango, las Farc salían gananciosas y quiso retomar las riendas, pero bajo un juego peligroso, el todo o nada, muy al estilo de un presidente al que le gusta el juego de póker, a quien por fin se le vio algo de carácter y poniendo condiciones.
No tengo certeza de si en cuatro meses cambie, pero lo que hay hoy, es una decisión de terminar por bien o por mal este proceso que mal llevado y todo, es el que más resultados ha dado en la historia. Vendrán cuatro meses difíciles porque ellos insisten en que son víctimas y no victimarios, que no libraron una guerra por el pueblo para terminar en una cárcel. Con esta nueva posición del gobierno, es que el país no puede conceder indultos, ni amnistía general, en virtud de que hace parte del Estatuto de Roma y está sujeto a la Corte Penal Internacional, mientras que las Farc pretenden perdón y olvido ante los delitos de lesa humanidad. No sé qué pueda puedan estar pensando en La Habana con este ultimátum, si entenderán o no, pero su juego de presión llegó al punto de las definiciones. Hizo bien el Presidente, yo quiero creerle, esto despeja muchas dudas, ojalá que por el bien de Colombia se sometan de una vez por todas y con ello promuevan la construcción de una sociedad más tolerante e incluyente; saldar sus deudas con nuestra maltrecha justicia, será un ejemplo para los demás grupos que persisten en la guerra.