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Cuatro brindis

EL TINAJERO

Por José Atuesta Mindiola

El brindis es una fiesta de la palabra y del vino para ofrendar la vida por un acontecimiento especial. Cuando el oferente termina las palabras del brindis, todos levantan las copas, ya no es necesario chocarlas, y se toman el trago. El chocar las copas era una costumbre de la antigua Roma, los anfitriones como símbolo de confianza chocaban fuertemente las copas con sus invitados, lo que producía que el líquido de una  pasara a la otra. De este modo quedaba claro que no había habido ningún tipo de envenenamiento, porque era usual que para asesinar a alguien se envenenaran las copas. La vida  es un ánfora inagotable de matices y sorpresas que a todos nos despierta el placer de compartir con la familia y las amistades, y  cada compartir es un ofrecimiento, es una fiesta, es un brindis. Todos hemos brindamos por la gracia de Dios, por la vida espiritual y por el regocijo de las victorias.    En el mes de diciembre, mes de fiestas y recordaciones, emergen de la memoria recuerdos de brindis.  Uno de los más conocidos es el Brindis del Bohemio, un poema  de la autoría del mexicano Guillermo Aguirre Fierro (1887- 1949) y en la voz del declamador argentino, Antonio Comas, “El Indio Duarte” (1920-1965), en Colombia se popularizó al grabarlo (1954) en un extraordinario volumen de poesías con el nombre de “El Duelo del Mayoral”. En Valledupar este año estudiantes de diversas instituciones revivieron este poema, durante la celebración de la Semana Cultural que lideró la Secretaría de Educación del Municipio.
Recordamos, también el brindis de cierto humorista local que por momento quiere mostrarse como grandioso erudito e intenta impresionar con términos  que no son de sus dominios; en el cumpleaños de una dama: “Brindo con júbilo de felonía por el holocausto de esta hermosa mujer de ojos verdes, como el ébano  azabache…”  Una noche se festejaba el grado de maestría en Física de un docente de la UPC, quien se mostraba preocupado por la no llegada de su novia. El oferente dijo: “Por la obesidad infinita de la decencia y la sabiduría del profesor…, que mientras mira al cielo está invocando a Isaac Newton, para que su amada abrazada a un rayo de luna caiga como una manzana atraída por los invisibles lazos de su corazón…”.  Ayer, diez años después de aquella fiesta de grado,  encuentro al profesor que se ufana de sentirse más joven y de buena salud, porque ha rebajado 40 kilogramos de masa corporal, y al recordar el brindis sonríe y dice: “La obesidad infinita, ahora es una sombra perdida detrás del espejo..”.  Otro brindis es de mi amigo, el “eterno candidato” a la alcaldía de Valledupar, cuando con un reducido grupo de colombianos en el estadio Monumental de  Buenos Aires (5/09/93) ondeaba el tricolor nacional en señal de brindis por la histórica victoria (5-0) de la selección Colombia contra Argentina,  sobre su cabeza cayeron múltiples  escupitajos, y fue entonces cuando evocó el triste episodio en el Club Valledupar y se sintió altamente arrepentido y juró no escupir más a nadie. Claro, eran épocas de sus mocedades y de soberbia. Hoy que ha llegado a la madurez, se acerca a los célebres sesenta y asiste a misa todos los domingos. Ahora invita a brindar por la convivencia, por la tolerancia, por la defensa del presupuesto y la calidad de las obras, por el respeto y la seguridad ciudadana, por los artistas y la identidad musical y por el progreso de la ciudad. !Salud!

Décima de la semana
Por mi país voy caminando
y camino por la paz,
que la violencia
jamás al pueblo siga atacando
ni los violentos matando
en salvaje decisión;
el secuestro es combustión
que carboniza la vida,
también mi patria querida
se muere por corrupción.

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