En la forma como crece la humanidad es conveniente que no existan los capitales ociosos, pero hay que respetar los mandamientos de la ley Mosaica, en especial el décimo: “No codiciarás los bienes ajenos”.
El bienestar no nos viene solo, se conquista a través de la alianza con el bien social, teniendo en cuenta que este no se soluciona solo con dinero sino con decisiones conjuntas.
No se necesita del dinero de los demás para hacer el bien, solo se necesita ser honesto.
Nadie necesita dinero para ser una buena persona, la sola honestidad nos hace libres y quien se siente libre siempre practicará el bien.
Desde la antigüedad, si hemos leído algo de historia universal, en especial la historia de Grecia y Roma, se vienen pregonando las ideas socialistas o comunistas, no con su verdadero sentido como debía ser, una doctrina que encaje fácilmente con cualquier sistema político económico, si es bien usada, pero que desafortunadamente a los falsos ideólogos, los verdaderos detractores de la humanidad, los que juegan con las palabras llenas de astucia, usan el término de “pobreza” para entusiasmar a los necesitados que desean salir de ella, pero haciendo uso de los capitales, riquezas o bienestar como quiera que se llame, de los demás y no del propio, de ese mismo se ufana en pregonar estas teorías y, si ustedes los analizan en cada lugar, nunca han hecho un servicio social a nadie.
Se les llena la boca infundiendo bienestar por todas partes, pero no sacan de ellos para combatir dicha pobreza. Miremos nada más algunas personas, familias, gobiernos y sus gobernantes a nivel particular y universal, que siempre que un país rico produce algo bueno de beneficio social y por consiguiente para beneficio propio, se les da entonces por difundir, para el manejo de la ignorancia de sus seguidores, lo que podrían representar dichos capitales invertidos en algún o algunos bienes de uso para los pobres.
Cristo fue un gran socialista, pero nunca despreció al productor de la riqueza con la dignidad del trabajo, ni su camino fue contrario a los mandamientos de Dios.
El falso socialista o comunista solo vive pendiente cómo acabar con la riqueza de los demás, para luego apropiarse de ella y continuar con las teorías del engaño, dando pequeñas dosis al pueblo para luego quedarse con la gran parte y vivir a sus anchas disfrutando de lo mal habido y convirtiéndose en el verdadero amigo de la pobreza, pobreza absoluta y la miseria que es el punto principal para sostener su teoría.
Nada más observemos algunos de los gobiernos que en América nos rodean y entonces nos preguntaremos, … ¿por qué muchos de ellos que llevan tanto tiempo en el poder solo han cosechado ruinas?. La respuesta está a la mano: los recursos se reparten entre los poderosos y a punta de opresión y miedo mantienen al que emita la más mínima protesta y aquellos aumentan sus capitales con recursos provenientes de las arcas públicas y de todo lo ilícito de dominio general.
Nadie espere poder, felicidad, bienestar social para los demás y sí mismo, si lo que hace es cosechar envidias y resentimientos por doquier y que nunca entiende que el dinero es bueno siempre que el móvil no sea la avaricia y, mejor aún, cuando una de las metas es el servicio social y la caridad cristiana.
El dinero no sirve, pero solo para aquellos cuyos resentimientos le hacen renegar de su valor por no tenerlo; para otros, cuando se logra con el trabajo digno, no es la vida ni la felicidad, pero permite vivir con alguna sonrisa en los labios.
La pobreza es un mal inevitable mientras el hombre practique el amor por el dinero sin acompañarlo con el trabajo digno, y la dignidad debe estar por encima de los partidos y de los grupos políticos, sin sentido común, sin sanas ideologías y sin leyes.
Por Fausto Cotes Nuñez