La producción de biomasa, alimentos y madera, es la actividad que consume la mayor parte del agua dulce del planeta, aproximadamente 80 %. La razón es que el proceso de crecimiento de las plantas sucede con un gran “desperdicio” de agua: se consumen 1.000 kilógramos para producir tan sólo un kilo de biomasa, una eficiencia de 0,1 %. Las dos fuentes que aportan el agua para la agricultura son la lluvia y la irrigación artificial; ambas son parte del ciclo hidrológico, aunque la primavera es la aportación renovable de dicho ciclo, y la segunda depende de la intervención del hombre, pues implica obras de almacenamiento.
La lluvia aporta 60 % de los requerimientos mundiales. Las plantas aprovechan en su crecimiento una parte del agua que reciben y la otra la regresan a la atmósfera en un proceso que se llama “evapotranspiración”. El agua evapotranspirada, así como a la que toma la vegetación y la asimila así misma, se les identifica como “agua verde” y a la que cae y escurre sin ser capturada por las plantas como “agua azul”; es ésta última la que recarga los acuíferos. Recordemos que esto ha sido visto con anterioridad en referencia al ciclo hidrológico y la huella del agua. El agua recarga la reserva de los acuíferos y los lagos y fluye por los ríos. Es ésta agua la que el hombre toma para la irrigación.
En números redondos de 100 % del agua precipitada, 35 % recarga los acuíferos, ríos y lagos. El resto moja los suelos o regresa a la atmósfera a través de la evaporación del suelo evapotranspiración de las plantas. Se estima que hoy en día, para producir los alimentos que se requieren mundialmente se consumen 6.800 km3 de agua (evaporación y evapotranspiración), de los cuales 1.800 km3 son agua azul que se toma de los ríos, lagos y acuíferos, y los otros 5.000 km3 son agua verde que moja los sueños como resultado de la lluvia. En 40 años más se requerirán 10.600 km3 para proporcionar al mundo los alimentos que necesitará; 800 km3 habrán de venir del agua azul, y los 500 km3 que hoy se consumen de agua verde, que es la que da naturalmente la lluvia, y 4800 km3 más de agua verde. El consumo de agua de los cultivos depende de las especies: algunas son más ávidas que otras, pero además hay que tomar en cuenta que el consumo de agua de las especies animales supera por mucho el consumo de los vegetales, es decir, cuanto más producto animal se consuman mayor será la demanda de agua. Las cifras anteriores suponen que los futuros pobladores tendrán una dieta de 3.000 kilocalorías (kcal) diarios, de las que solamente 20 % provendrá de proteínas de origen animal.
Para producir 1000 kcal de granos se requieren 0.5 m3 de agua, mientras que para la misma cantidad de kcal provenientes de proteína animal se necesita 4 m3. Esta diferencia es el reflejo de la eficiencia de transformación en los alimentos, pues los de origen animal son de especies mucho más complejas que tienen mayores requerimientos propios. El reto para el año 2050 es tener disponible 70 veces más agua de la que se gasta hoy en día en promedio mundial, un reto formidable considerando que el “promedio mundial” está muy lejos de representar la realidad. Lo que tendrá que hacer la humanidad es encontrar la manera de mejorar la eficiencia en el consumo de agua verde para alcanzar los 4.800 km3 adicionales que se necesitarán.