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Cuando el río Cesar era navegable

Poco o nada queda de aquel río navegable que citó Luis Striffler en el capítulo Río Cesar, relación de un viaje a la Sierra Nevada de Santa Marta en 1876, obra publicada en 1986 por el Senado de la República.

Citó en uno de sus capítulos: “Mis compañeros se habían acercado a mí, y Truchon, para quien el espectáculo no tenía nada de nuevo ni seductor, nos dio algunos pormenores. Nos hizo observar que el río Guatapurí rodea la población del lado de la Nevada y tuerce al norte para unirse al Cesar a más de una legua de allí. No podíamos verlo; pero si notamos una vegetación muy oscura y frondosa que nos indicó el cauce del río. Desde el tiempo de los españoles se había hecho una acequia que partía de la parte superior del río y circulaba por todas las calles.

Esta obra artificial, que necesitaba algún cuidado para subsistir, fue abandonada a la acción destructora de la inercia, so pretexto de una epidemia de fiebres. La raza criolla es muy ingeniosa para encontrar motivos de abandono. Cuando se ofrece la necesidad de ejecutar alguna obra pública, cuya utilidad no se puede negar, alega el pretexto de que faltan recursos”.

Sin embargo, como en este aparte aun sopesa la excusa de los recursos y de la inercia absurda de los ciudadanos que dejaron abandonada la acequia y que hoy abandonan el río Cesar.

El Cesar nace como otros ríos en inmediaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, en el corregimiento El Limón en jurisdicción de San Juan del Cesar, La Guajira, en un territorio ancestral de la etnia wiwa, quienes guardan con sigilo ese brote de la naturaleza que poco a poco se les sale de entre las montañas para ser dañado por el hombre, desde que llega a la zona urbana de ese mismo municipio se puede observar el cambio del agua, ya no es cristalina sino lodosa.

Hoy, las autoridades aducen la contaminación del rio al vertimiento de las aguas residuales se dio luego de que el 100 % de estas llegan a la laguna de oxidación El Salguero.

Anteriormente, se tenía la planta El Tarullal desde donde vertían alrededor del 30 % de las aguas residuales de Valledupar y en la Salguero el 70 %. Pero en el año 2015, El Tarullal fue cerrado y por ende todas las aguas negras caen al Cesar por El Salguero lo que empeoró la situación.

Para darle una solución a la crítica situación que vive el río de una extensión aproximada de un millón 776 mil 900 hectáreas, Corpocesar decretó emergencia ambiental, y desde 1997 le ha pedido a Emdupar que corrija las fallas que contaminan al río Cesar pero eso no ha sido posible.

Que los recursos no sean el impedimento para la recuperación del río como en 1914 cuando la Compañía de navegación del río Cesar solicitaba a don Clemente Quintero el aporte cien pesos oro americano para poder limpiar el río, solicitándole que no fuere él, la razón para trastorno de los trabajos en el mismo.

El Cesar fue por muchos años una fuente de desarrollo agropecuario y turístico del departamento hoy clama entre verdín y espuma emanada de la laguna de oxidación, el accionar político con estrategias que permitan recuperarlo.

Por: Ariadne Osorio Ponce
ariadne.osorio@elpilon.com.co

 

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