Por: Nuris Pardo Conrado
Hace pocos días, publiqué, en este mismo medio, una columna en la que expresé mi inconformidad respecto a la situación de la Universidad del Cesar (UPC). Allí manifestaba mi desconcierto por la interinidad rectoral reinante, también compartida la postura con la comunidad en general, y ante todo por el desgreño a todo nivel reinante en el claustro universitario de más alto nivel del Cesar.
Mi llamado clamoroso de por sí, iba direccionado hacia el Honorable Consejo Superior Universitario de esa institución, órgano colegiado, al cual le corresponde hacer la escogencia de quien cumpliendo los requisitos dirija el claustro, para que éste cumpla la misión que como tal le corresponde, elección que venía aplazándose por las diferentes posturas de los Consejeros, las mismas que no les permitía ponerse de acuerdo.
Pero, solo basto que llegaran al CSU dos personas que de por sí se percataron de lo sucedido allí y sin la menor obstrucción ofrecieron sus oficios para que con su voto se designara al jefe máximo de este ente; ellos Karla Jaramillo y Carlos Oñate, ambos profesionales en representación de los gremios y ex rectores en su orden, quienes desinteresadamente desenredaron lo que parecía estar atado por un nudo gordiano, y- sin prevención ni exigencia alguna-, pusieron en marcha lo que se esperaba desde hace mucho tiempo y tan vital para la Universidad.
Ella, una joven dama de extracción popular, conocedora de cuánto vale el esfuerzo de un estudiante y su familia para salir avante, resolvió con gallardía e independencia votar por quien creyó el mejor y lo hizo sin acatar órdenes ni obedecer directrices extrañas, esto me da claridad sobre su carácter y el compromiso adquirido con la juventud de la eficaz tarea que le corresponde como dignataria.
Él, Carlos Oñate Gómez, es un hombre que conoce lo más mínimo de la UPC, es más sé, por qué lo viví, que todos los estamentos le aprecian, tanto que en pasada ocasión, cuando nos propusimos llevarlo al máximo cargo y mediante elección fue quien obtuvo la mayor votación, barrió no solamente en las urnas sino que de cada persona encontró el respaldo por que tenía las mejores condiciones, causas oscuras y abominables se interpusieron al querer masivo, sólo bastó uno de los recaditos subliminales que se utilizaban en la época, para variar el querer que todos teníamos de dejar en su manos la dirección de la Universidad que tanto se necesitaba.
No estoy diciendo con esto que los demás consejeros hayan sido omisivos en susresponsabilidades, porque ellos también incidieron en la escogencia del doctor Hernández Mieles, joven que, como ningún otro de los postulados, es producto de la UPC, se hizo en ella, ha venido dentro de su trajín, sus especializaciones que son tantas las ha puesto a disposición de la UPC, y nadie mejor que él para dirigir las acciones a emprender, que a propósito son muchas. Entrar en detalle acerca de quién es el nuevo rector en intimidades, no me parece correcto porque en Valledupar y el Cesar todo el mundo lo reconoce.
Hoy las miradas se dirigen hacia el “Chiche Hernández”, le llegó la hora y en buen momento de enderezar la vía que se había interrumpido y quizás hasta desviado, todos confiamos en él y a fe que logrará despolitizar la Universidad, involucrar a quienes estén comprometido con la causa, ponerle mano dura al andar del primer centro universitario de la región, traer a diferentes cargos a los mejores hombres y mujeres, mirar de ellos más su capacidad intelectual y científica que el color del partido que representan u otro apelativo, disponer de una política de investigación integral, pactar con las demás universidades misiones que conlleven al progreso general, recordemos que la UPC tiene un papel fundamental a su cargo, jamás podrá ser benéfica si se politiza, que es lo que al parecer ha sucedido en su interior.
Una de sus tareas será implementar nuevas carreras que impliquen ocupación para los egresados y que con ello el Cesar se beneficie, porque de lo contrario llenaríamos el mercado de títulos sin trabajos a acometer.
Gracias a Dios nos corresponde decir: habemus rector; nos toca esperar entonces que piensa implementar, y – desde luego- en que le podemos contribuir, porque a él solo le es imposible; pero lo dispuesto debe ser, desde ya, la salud de la UPC se encuentra tan comprometida, que no aguanta más, saquémosla entonces de la unidad de cuidados intensivos en que se encuentra y llevémosla a un estado de salud sano para complacencia general. Doctor Hernández, cuente con todos los que queremos lo mejor para nuestra querida universidad y desde luego para usted.
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