Cuando las barbas de tu vecino veas pelar, pon las tuyas a remojar.
Pues bien, en Ecuador primero y en Chile después, se han sucedido hechos que se puede caracterizar, por un lado, como protestas multitudinarias por alzas en el servicio de transporte en Santiago o la gasolina en Ecuador, y por el otro, asonadas que se han acompañado de ataques a bienes privados y públicos y de acciones terroristas. Los cuerpos policiales fueron desbordados, los gobiernos debieron sacar las fuerzas militares a la calle, y echaron para atrás las decisiones que dieron lugar a las protestas.
Para quienes sostienen que las manifestaciones son una reacción a las políticas “neoliberales” de gobiernos de “derecha”. Correa entregó el poder en el 2017, y que Lenín es de su mismo partido. Y en Chile, la Concertación, coalición del centro a la izquierda, ha gobernado por 24 años desde 1990. El aumento de 30 pesos chilenos de la tarifa del Metro lo ordenó un panel de expertos, no Piñera. La de la luz, Bachelet.
Por otro lado, está claro que, tanto en Ecuador como en Chile, además de manifestantes legítimos y pacíficos, hay agitadores profesionales apoyados por Caracas. Sería estúpido desconocer que hay una estrategia chavista para la desestabilización de sus contradictores políticos en la región.
También está fuera de duda que en ambos países delincuentes comunes, maleantes puros y duros, han aprovechado para saquear comercios de todo tipo y que a los robos se han unido ciudadanos del común.
Pero sería un grave error reducir el fenómeno de las protestas a la influencia, estratégica u oportunista, de extremistas de izquierda o al aprovechamiento de las mismas por distintos tipos de malandros. Expresan también el descontento de un sector importante de la población que aunque no mayoritario si es sustantivo, con el sistema democrático y sus resultados económicos y sociales.
El examen de esos resultados, en especial en Chile, bien vale una nueva columna. Mientras, unas conclusiones rápidas: a) Lo ocurrido en Chile espantará la inversión extranjera. ¿El impacto negativo incluirá a toda la región y también a nosotros? b) ¿Estamos en capacidad de responder a la penetración chavista aunque los aparatos de inteligencia y contrainteligencia de la fuerza pública fueron desmantelados durante Santos? c) En nuestro país operan factores adicionales que hacen más complejo el panorama: narcos y grupos armados organizados muy bien financiados. ¿Cómo enfrentar eficazmente esa múltiple amenaza? d) ¿El Gobierno ya tiene preparados los decretos de estado de excepción, en caso de que fueran necesarios, se inventariaron los puntos críticos y se elaboró un plan de respuesta? e) ¿Se ha aumentado la capacidad de la Policía Nacional y el ESMAD y están las fuerzas militares capacitadas y cuentan con medios no letales en caso de que la Policía sea desbordada?