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Cuando arden las palmas

Por José Atuesta Mindiola 

El escritor Iván Emilio Gutiérrez Visbal, nacido en La Paz, Cesar, pero residente en Bogotá,  presentará mañana en la Alianza francesa de Valledupar, su tercera novela: “Cuando arden las palmas”. Impresa en Bogotá por Gente Nueva Editorial. 208 páginas. 

El autor se vale de sucesos reales para escribir su novela. El espacio novelado es La Paz, pero lo  define como el pueblo El Silencio. El origen de las acciones narradas está señalado en la noticia del asesinato del caudillo liberal Jorge Eliecer Gaitán  (abril 1948) en Bogotá, y termina con lo ocurrido en un baile de carnaval en la caseta, La Tuna (febrero de 1952), donde unos agentes policía, Los Chulavita, ingresaron a someter al pueblo, y después de los actos violentos,  prendieron muchas viviendas. El narrador está determinado por la multiplicidad de puntos de vista, a través de los cuales va narrando las situaciones en tercera persona. 

“Cuando arden las palmas”, es una novela escrita por un hijo de La Paz, narra episodios de la historia del pueblo y debe ser leída por todos los nativos de esa población. O al menos ser de lectura obligatorio para todos los estudiantes de bachillerato. Debe ser, también, referente para los lectores y escritores del Cesar. 

Berni Escalona, escribe en el prólogo: “Nuevamente el escritor Iván Gutiérrez Visbal, utilizando ese lenguaje de imágenes costumbristas nos transporta ese caserío el cual enmarca en la novela como El Silencio. En el año 1952, en el mes de febrero el caserío vive los momentos más difíciles que enmarcaron si historia. Su gente se caracterizaba por ser alegre, buena, buenos anfitriones, hospitalarios y serviciales; en ese momento pierde su identidad porque no pudo aceptar ser sometida por la policía conservadora (Chulavita)…”  

Esta novela, tiene una estructura similar consu primera obra: “Una historia, un destino”. El autor basa su narrativa en la conspiración de la noche septembrina, el frustrado  atentado contra el Libertador Simón Bolívar, el 25 de septiembre de 1828. Uno de los conspiradores era el poeta y dramaturgo Luis Vargas Tejada, quien escribiera estos famosos versos: “Si a Bolívar la letra con que empieza / y aquella con que acaba le quitamos / oliva de la paz símbolo hallamos. / Esto quiere decir que la cabeza / al tirano y los pies cortar debemos, / si es que una paz durable apetecemos”.

Ante el fallido atentado Vargas Tejada y seis acompañantes huyeron, y llegaron  al caserío de  La Paz en busca de un camino para ir a Venezuela. Los siete caballeros fueron llevados por un habitante del caserío a acampar a una Cueva, lugar seguro, cerca de un recodo del río Mocho. Días después un trabajador de una hacienda buscaba  unas reses extraviadas, vio a lo lejos unos gallinazos que revoloteaban sobre algo y al llegar al lugar, encontró el espectáculo horroroso de siete cadáveres humanos… Y empezaron a correr los rumores que habían sido asesinados para robarles sus pertenencias.

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