POR AQUILINO COTES ZULETA/ESPECIAL PARA EL PILÓN
La fotografía que ilustra y es protagonista de esta crónica periodística tiene 33 años. La idea de hacer una narración de su contenido, en primera persona, no era mi propósito, no estaba en mis planes. Sin embargo, hace pocos días Guillermo Mejía, mi exprofesor de metodología de investigación, en la Universidad Autónoma del Caribe, me aconsejó que lo hiciera.
Juntar en un solo sitio a cinco de los más grandes exponentes del folclor vallenato para una fotografía no fue nada fácil y mucho menos si uno de ellos era ciego.
La movilidad de todos implicaba pararse del sitio en donde estaban cómodamente sentados, hasta salir de un quiosco.
Aquí se hace referencia a Leandro Díaz (1928–2013), Rafael Escalona (1927–2009), ‘Toño’ Salas Araujo (1926–2005), Lorenzo Miguel Morales (1914–2011) y Emiliano Zuleta Baquero (1912–2005).
Estos cinco juglares fallecieron, pero dejaron sus obras musicales inmortales, cada uno en su estilo de la música vallenata. Se podría decir que fue una generación prolifera para el folclor vallenato.
Pero, ¿cómo se materializó la fotografía que yo he denominado histórica y varios críticos la consideran como una foto fuera de lo común porque dicen que representa el recuerdo de esos músicos, acordeoneros y compositores, en un mismo lugar?
Otro interrogante, ¿por qué menciono cinco juglares si en la fotografía solo hay cuatro? Los invito a que lo descubran, leyendo.
Era abril de Festival Vallenato,1990. Caía la tarde. Rafael Escalona quien influía entre los compositores y acordeoneros, había citado a los músicos a una reunión en el restaurante ‘Merendero’, de Valledupar, carrera 14 con calle 10 esquina entre los barrios Obrero y Cañaguate de Valledupar. Daría a conocer pormenores de la Sociedad de Autores y Compositores–SAYCO (1987), el recién creado gremio de los músicos colombianos.
Ahí estaban los más famosos y célebres intérpretes del folclor vallenato, los más viejos y los más jóvenes.
Al fondo del restaurante, estaba el compositor Leandro Díaz sentado en un taburete, quien acompañaba la melodía de una canción con sus dedos sobre el asiento. Esta vez lucía unas gafas oscuras que recientemente le había regalado su compadre ‘Poncho’ Cotes.
“Leandro vive en función de sus composiciones, él no desperdicia su tiempo”, dijo el también compositor Hernando Marín Lacouture (1944-1999).
LA CÁMARA
Los periodistas, camarógrafos y fotógrafos tenían encendidas sus cámaras, a cada momento se veía un flash. Yo era el corresponsal del periódico El Heraldo en el departamento del Cesar. Recuerdo que me pagaban por noticias y fotografías publicadas.
Hacía unos meses había comprado en Barranquilla una cámara fotográfica Pentax K1000, recomendada por el famoso fotógrafo barranquillero ‘Tino’ Choperena.
Siempre quise una cámara de esas y vivo agradecido del ‘Tino’ por la recomendación, todavía la conservo.
Con ella, tenía que poner en práctica los conocimientos en fotografía que me había enseñado el profesor Carlos ‘El Mono’ Manjarrez cuando cursaba la carrera de Comunicación Social–Periodista en la Universidad Autónoma del Caribe.
El inicio del evento musical en el restaurante estaba tardío y ya se escuchaban los acordeones en la plaza Alfonso López Pumarejo, había comenzado el Festival Vallenato. Era un día final de abril.
‘LA IDEA QUE ME DABA VUELTAS’
Minutos después se me ocurrió reunir en un mismo sitio a varios de los más famosos intérpretes. Decidí hacer una fotografía diferente, con un grupo integrado con los personajes del momento. Sabía que iba a ser complicado reunir a los más famosos, porque estaban todos dentro del quiosco, pero lo iba a intentar.
Con ellos tenía una relación periodística, incluso eran paisanos y contemporáneos con mis padres.
Mi papá Aquilino Cotes Calderón fue quien le regaló la madera a Leandro Díaz para construir el techo de su primera casa en San Diego. Los hermanos ‘Toño’ Salas y ‘Emilianito’ Zuleta, fueron contertulios de él en Manaure, El Plan y San Diego, amigos de parrandas, cuando Leandro enamoraba a Matilde Elina Negrete en el corregimiento de El Plan. Además, Emiliano compuso aquel verso famoso a la mamá (Cleofe Calderón) de mi papá, en una madrugada cuando fueron a comprar una botella de chirrinche llamada ‘Andino’, en Manaure:
“Niña Cleofe Calderón
así no se mata al cliente
porque donde la Niña Pacha
venden el Andino a veinte”
En efecto, Emiliano pagó 25 centavos por la botella, cinco más que donde ‘La Niña Pacha’ quien era hermana de Cleofe. Esa fue la protesta de ‘Emilianito’.
Con Rafael Escalona tuvo una amistad por sus encuentros con Emiliano y las parrandas que hacían con ‘Poncho’ Cotes Querúz y Beltrán Orozco, el alcalde.
Con ‘esa idea que me daba vueltas’ como dice en una de sus obras Gabriel García Márquez, me lancé a mi objetivo de integrarlos uno a uno, para una fotografía, para mi álbum personal.
Hablé con ‘Emilianito’ Zuleta Baquero y me dijo que sí. ‘El Viejo Mile’, el compositor de ‘La Gota Fría’, el papá de ‘Poncho’ y Emiliano Zuleta Díaz, los ‘Hermanos Zuleta’.
Me respondió con el mismo entusiasmo de su personalidad, un hombre alegre, dicharachero, campesino y humilde quien con sus canciones y acordeón encantó a todo mundo y traspasó fronteras.
Le pedí que saliera del quiosco. Luego fui donde ‘Toño’ Salas Araujo, hombre humilde desde los pies a la cabeza, hermano de madre de ‘Emilianito’, accedió “con mucho gusto”. Emiliano es Zuleta Baquero, hijo mayor de ‘La Vieja Sara’ Baquero Salas y Cristóbal Zuleta Bermúdez.
‘Toño’ Salas era 14 años menor que ‘Emilianito’, era hijo de ‘La Vieja Sara’ y su segundo marido Rafael Araujo, con quien tuvo 9 hijos.
Después le pedí a Leandro Díaz Duarte su colaboración para la foto y me dijo: “llévame al sitio, no tengo problemas”, llamé a su hijo Ivo Luis Díaz y lo guio. Leandro fue uno de los compositores más prolíficos en canciones costumbristas. Aunque fue ciego de nacimiento, nunca se le escuchó decaer de su ceguera y a cambio, siempre agradeció a Dios por la fortaleza que le daba para la música y componer canciones.
Luego llegué donde Lorenzo Miguel Morales Herrera y estuvo de acuerdo en integrarse para la fotografía. Lorenzo Morales protagonizó con ‘Emilianito’ la piqueria musical más llamativa, inédita y única del folclor vallenato, en la que surgió la genial canción ‘La Gota Fría’. El enfrentamiento a través de canciones entre Morales y Zuleta duró varios años, pero nunca estropeó la amistad de ambos ni la de sus familias.
Moralito, Moralito se creía
que él a mí, que él a mí
me iba a ganar
y cuando me oyó tocar
le cayó la gota fría (bis)
Al cabo él la compartía
el tiro le salió mal (bis)
Luego me acerqué a Rafael Escalona. Le dije que me acompañara para la foto y accedió. Partimos hacía afuera del quiosco en donde nos esperaban los otros juglares.
Escalona estaba elegantemente vestido, una cualidad que nunca perdió ni aquel día cuando compuso ‘La creciente del Cesar’.
“Está lloviendo en la Nevada, arriba de Valledupar
apuesto que el río Cesar, crece por la madrugada
Maye no le tengas miedo, a la creciente del Cesar
que yo lo voy a cruzar, es por el puente Salguero”
LA FOTOGRAFÍA
Llegué con Escalona, el compositor que conquistó al mundo con sus canciones. Creador de innumerables anécdotas musicales y del Festival Vallenato con Consuelo Araujo Noguera y Alfonso López Michelsen.
Formé en una fila horizontal a los cinco músicos, con Escalona en el centro de todos. Pero, como nunca falta un inconveniente de última hora, Escalona pidió dos minutos, que ya regresaba y partió raudo hacía el escenario en donde lo llamaban por altoparlante.
Pasaron diez minutos y Escalona no regresaba. Leandro, ‘Moralito’, ‘Toño’ y ‘Emilianito’ estaban inquietos con la demora de Escalona. Yo no sabía qué hacer. Si iba a buscar a Escalona temía que se iban para sus mesas los otros juglares, preferí esperar y persuadir a los presentes. Le pedí a un mesero que llamara Escalona, pero no funcionó.
Entonces, había que ejecutar el plan B. Le pedí a ‘Emilianito’, Lorenzo, ‘Toño’ y a Leandro que me haría una foto con ellos, porque Escalona no aparecía y convine la posición de cada uno, pero a última hora no hicieron caso, se desorganizaron y a mí me correspondió el centro. ‘Emilianito’ aparece expresivo, con su singular gorra y su porte señorial, ‘Moralito’ esta vez no le tuvo temor a ‘Emilianito’ y se mantuvo ahí firme con su tradicional sombrero pequeño y sus llaves colgadas en el pantalón; en cambio, ‘Emilianito’ no le pasó el brazo por el hombro a su contendor musical y se mostró distraído.
‘Toño’ Salas era menos complicado, a pesar de tener fama de malgeniado. Su tradicional sombrero y camisa de rayas verticales, muy expresivo abrazando a Leandro Díaz, quien se ve cómodo, risueño y muy unido a ‘Toño’ Salas, con quien formó su conjunto musical durante más de treinta años.
Estos cuatro acordeoneros y compositores son los precursores de la música vallenata, dueños de sus propias identidades del folclor vallenato y creadores de lo más tradicional del vallenato. Esta foto es histórica por el contenido de esos cuatro baluartes del folclor vallenato. Yo únicamente aproveché el momento. Sin lugar a dudas faltó Rafael Escalona Martínez, para completar ese quinteto.
Creo que fue más complicado tomar la foto. Le pedí el favor a varias personas y al final llamé al radioperiodista guajiro Gustavo Brugés Rodríguez, a quien cariñosamente le llaman ‘El Curro’ (fallecido). Le expliqué lo que tenía que hacer y le pedí que hiciera 5 o 10 tomas para escoger la mejor, porque él me dijo que nunca había tomado fotos con una cámara Pentax K1000, la cual era con rollo fotográfico. tiochiro@hotmail.com
tiochiro@