Continuación; un poco más debajo de la alienación anterior, la filosófica, encontramos, según Marx, esta otra alienación, en la que el Estado burgués es el aparato opresor que mantiene la división de la sociedad en clases.
Considera que en tal Estado tradicional hay una separación entre vida social y vida política, estando las instituciones burguesas al servicio de los ricos y de los opresores. Por tanto, ésta es una alienación que hay que superar.
Prevé la desaparición de ese Estado, después de la dictadura del proletariado, hasta destruir todo vínculo de dominio privado, que es su otra utopía. Considera que la nueva emancipación política es al mismo tiempo la disolución de la antigua sociedad, sobre la que reposa la esencia del Estado burgués, que aliena al pueblo. La centralización de los medios de producción en pocas manos y la socialización del trabajo llegan a un momento en el que se hacen incompatibles con la estructura capitalista, la que por tanto salta hecha
añicos, anunciando la hora final de la propiedad privada capitalista. “Los expropiadores son expropiados”.
Quizás, en sana lógica este planteamiento debería ser al revés, esto es, la mayor posibilidad de puestos de trabajo debe conducir a que los obreros tengan la posibilidad de hacer ahorros económicos y consiguientemente volverse capitalistas, inversionistas. Es decir, de este modo tienen acceso a la propiedad privada.
Tal vez ahora lo vemos más lógico y más posible, en la teoría y práctica actuales que en los viejos tiempos en que Marx constataba otras realidades históricas, por lo que a la postre se volvió un profeta no creíble.
Por otra parte, los estudiosos de las ideologías, consideran que ellas cumplen una función de sustitución de la religión, transformándose en religiones seculares, utilizando inclusive, la misma terminología. En el marxismo son normales expresiones como pecado, miseria, redención, paraíso, etc.
En el marxismo es clara tal inclinación religiosa – secular, derivada de la tradición judeocristiana, aunque no se acepte así explícitamente por sus ideólogos.
Esta afirmación es corroborada por su doctrina apocalíptica, de un juicio condenatorio del orden social existente y un mensaje de salvación para el pobre y el oprimido, a quienes se les promete una retribución en la sociedad sin clases, equivalente marxista al “reino milenario de la equidad”. En fin, la ideología marxista es sospechosa de utopías, mientras tanto incendió a la Rusia zarista de aquellas calendas y en la actualidad tiene traumatizadas otras infortunadas naciones.
Continuará…
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