El periodismo ha cobrado una importancia jamás pensada, convirtiéndose en una influencia de dimensión similar a la de la política y la economía. En Valledupar vive un convulsionado presente, por un enfrentamiento entre el semanario La Calle y el Círculo de Periodistas, ha llegado hasta los estrados judiciales, con serias acusaciones que dejan mal sabor en el ambiente y obligan a hacer un análisis de la situación en un gremio que tiene la obligación de hacer un control político serio e informar con imparcialidad, sin aliarse con políticos o empresas cuestionadas.
Hay que reconocer algunas denuncias importantes que ha hecho La Calle, pero su manejo amarillista es perverso, ofrece propaganda política disfrazada de objetividad noticiosa, con una notoria orientación para atacar contrarios, como pasó con Fredys Socarrás y beneficiar aliados, como con Tuto Uhía, además de ser un medio que obedece a los intereses del representante Ape Cuello, quien como cosa rara nunca ha salido en sus pintorescas portadas, yo propondría una con Jorge 40; tampoco tocaron a Monsalvo en sus 4 años, ¿Por qué? ¿Será qué nos creen idiotas? En cuanto al CPV, es claro que han cometido muchos errores que han propiciado esta crisis, no por su nueva junta directiva, Mildret Zapata recibió el rancho ardiendo, pero creo que tiene el liderazgo para sacar adelante a un gremio acostumbrado, en gran medida, al contubernio político, muestra de ello es la gala de fin de año, siempre llena de políticos que quieren congraciarse con los periodistas y luego embolsillarselos.
A Mildret le corresponde marcar diferencia con aquellos que se hacen llamar defensores del gremio y casi acaban el Círculo; ejercer un mandato más independiente que promueva la inclusión, aunque La Calle haga periodismo de alcantarilla, hay que incluirlos, son los jurados quienes deben descalificar o premiar su trabajo.
El reto es grande, combatir un cáncer que ya hizo metástasis, pero se puede; con foros y apoyo a nuevos liderazgos que promuevan un concepto más equilibrado en una ciudad que creció, pero sigue con la mayoría de medios influenciados por dueños que los utilizan para beneficio personal.
No siempre la crítica es mal intencionada y los periodistas no pueden ser ajenos a ella, para aprender y crecer, más cuando vivimos el boom de las redes sociales, en el cual los ciudadanos también tienen poder, dejar atrás esa guerra, sin beneficios, de egos e intrigas y promover una cultura de entendimiento más civilizada; un periodista que trabaja con un político, no debe hacer programas de opinión política; hay que superar el tema de la pauta oficial, sí se puede acceder a la pauta sin perder la objetividad; el periodista que recibe dinero, es igual de corrupto al político que se roba el contrato, tampoco puede tener alma de limosnero, una alianza peor que la bomba de hidrogeno es la de un político corrupto con un periodista de estómago.
Todo esto conlleva a una pregunta ¿se está haciendo buen periodismo en Valledupar? El debate está abierto, no todo es malo, hay una nueva generación con la que se puede trabajar para obtener logros y es ahí donde va a ser importante un CPV que haga un ejercicio autocrítico, que promueva valores periodísticos y contribuya al mejoramiento de la sociedad. Mildret, pa´lante, no te dejes acorralar de los que no tienen autoridad, pero marca distancia con los que quieren aprovecharse de tu imagen.