Vi la maravillosa producción cinematográfica ‘Colombia Magia Salvaje’, un documental hecho con tecnología de punta, con unas sorprendentes imágenes y sonido y una narración exquisita, la película no solo nos aumenta el sentido de pertenencia por nuestra tierra, sino que además busca crear conciencia para no continuar con el enorme daño que le hemos hecho a la tierra, este documento audiovisual es una obra maestra, y sé que muchas personas querrán venir a conocer nuestro país después que verlo. Colombia es el segundo país más biodiverso del mundo, su flora y fauna no solo son prolíficas sino también bellísimas.
Ver esta hermosísima producción me recordó que gracias a Dios, nuestra querida ciudad de los Santos Reyes del Valle de Upar, es un lugar singular, bello en su entorno, en su gente, grande en su pujanza, como tal tiene algunos aspectos que la hacen “sui generis”, principalmente es la “Meca” del vallenato, nuestra preciosa música, es nuestro mayor patrimonio y producto de exportación, por eso el Festival Vallenato reúne a miles de personas cada año, quienes vienen a rendirle culto a nuestro folclor, en torno a este aspecto sí existe algo antonomástico y es que muy a pesar de ese título, no encontramos ningún conjunto vallenato, como fácilmente lo podemos conseguir en las playas del Rodadero o en los alrededores del estadio Romelio Martínez en Barranquilla. Además existen una gran cantidad de características algunas sencillas y otras más complejas que nos hacen singulares, nuestra agua por ejemplo, su pureza, su fría temperatura (esto ya comenzó a cambiar), quizás es de las cosas que más extraño cuando estoy por fuera, la hospitalidad de nuestra gente, pues para nosotros los vallenatos no hay extranjeros y a todos los hacemos sentir como en casa, siempre hay un plato de comida y un puesto en la mesa para el visitante.
Nuestra tierra tiene algo que me encanta y es que aun mantiene rasgos provincianos muy a pesar de que ya se nos convirtió en ciudad, y es quizás el lugar de Colombia que más puestos de venta de arepas tiene, cada cinco o tres cuadras a la redonda es fácil encontrar los populares anafes con las tradicionales arepas al carbón y ni que decir de la vitrinas de fritos tan comunes en los pueblos de la costa, las cuales aquí hay como arroz partido.
Nuestros ojos están habituados a ver muchos arboles de mango a lo largo y ancho de toda la ciudad, pero el foráneo queda asombrado cuando ve tantos, como lo dijeron los famosos salseros Richie Ray y Bobby Cruz en una de sus últimas visitas: “…Aquí hay tanto mango, que nadie se muere de hambre…”. También nuestra cultura parrandera y otrora del contrabando nos ha convertido en excelsos bebedores de whiskey escocés, principalmente de la marca Old Parr, pues este licor que casi ni era conocido en Europa, acá se consume a cántaros, si no estoy mal Valledupar en su momento, fue la ciudad del mundo con más consumo de esta marca, lo mismo ocurre con la prestigiosa firma alemana Hohner, fabricante de instrumentos musicales y sobre todo acordeones, la cual sin duda debería tener una filial en Valledupar dada la popularidad y demanda de este instrumento.
Valledupar crece a un ritmo acelerado y la influencia de otras latitudes está a la orden del día, pero nosotros siempre le damos nuestro toque personal, lo he notado por ejemplo con las pizzas callejeras, las cuales en su mayoría las están haciendo con masa de hojaldre, eso nada más lo he visto aquí.
Por Julio Mario Celedón