La ruptura institucional y el supuesto golpe de Estado de los que viene hablando Gustavo Petro desde hace unos días son sólo una parte de varios elementos que configuran una gran cortina de humo para esconder lo que realmente está pasando: que el gobierno no sabe gobernar, que su gestión ha perdido apoyo popular, que deben taparse los escándalos que lo arropan cada vez con más fuerza, que es un presidente profundamente cuestionado.
Reiteramos en esta columna que quienes han desatado un cúmulo de investigaciones en contra del ejecutivo son sus propios funcionarios y, para colmo de males, familiares del propio Petro. Por eso aquí no hay ruptura alguna, aquí no hay golpe de Estado, aquí lo que hay es un sinnúmero de excusas torpes para explicar el porqué del fracaso del gobierno. Se cumplieron esta semana 18 meses desde la posesión, el 7 de agosto de 2022, ahora restan 30, cerca de 900 días. ¡Qué aguante el nuestro!
La Corte Interamericana de Derechos Humanos se ha convertido, con tristeza lo decimos, en el “lavamanos” de algunos delincuentes en Latinoamérica. Allá van, lloran, dicen que los están persiguiendo por sus ideas de izquierda y, campantes, dicha corte emite medidas cautelares dizque para proteger a quienes han incumplido, como Petro, con el mandato para el que fueron elegidos.
Mientras pelean afuera y viajan delegaciones de congresistas del Pacto Histórico a denunciarnos a todos los colombianos en el exterior -porque denunciar al Estado colombiano implica que nos denuncian a todos-, aquí, muy calladitos, expiden decretos como el 1882 del 7 de noviembre de 2023, en el que se crean varios cargos diplomáticos, incluyendo, nada más y nada menos, que 9 embajadores extraordinarios y plenipotenciarios. La burocracia la ha disparado este gobierno, que debe pagar favores y cerrar bocas a diestra y siniestra. Uno de esos nuevos embajadores será el que nos represente ante la FAO en Roma; para ilustrarlos un poco, esta representación diplomática la ejercía el mismo embajador en Italia desde 1999, pero ahora, dicha labor la asumirá el muy bien recordado Armando Benedetti. Los recursos públicos se derrochan en nuestras narices y no hacemos nada al respecto. A Benedetti tenían que incluirlo en el gobierno y ahora es premiado, por su ardua y “honesta” labor durante la campaña presidencial, como embajador en Europa, ganando y viaticando en euros.
Este es el cambio. En total, en dicho decreto, se crean 125 nuevos cargos adscritos a la Cancillería del señor Leyva, incluyendo los de los 9 embajadores. Además, Leyva y Petro “se pasan por la faja” las sanciones de la Procuraduría General de la Nación y se hacen los de la vista gorda frente a lo que determina Margarita Cabello. ¡Cínicos!
Con ese balance de la gestión del gobierno Petro, ¿quién es el que realmente se hace daño? El principal enemigo del gobierno es el gobierno mismo y algunos familiares de quienes lo conforman. “Al pan, pan y al vino, vino”. Cuando pensamos que lo hemos visto todo nos sorprendemos con otro desaguisado al estilo Petro.
Mientras tanto, lamentamos el fallecimiento del expresidente chileno Sebastián Piñera. Ocupó la presidencia de su país en 2 oportunidades: 2010-2014 y 2018-2022. Fue el primer presidente de derecha después del regreso de la democracia, enfrentó el caso de los mineros sepultados bajo tierra con gran éxito y durante su segundo mandato, al igual que lo que le sucedió aquí en Colombia al expresidente Iván Duque, padeció las protestas inclementes de una izquierda mezquina que quiso desestabilizarlo; Piñera prefirió tragarse el sapo antes que sacar al ejército a las calles para retomar el orden. Murió en un accidente de helicóptero, no sin antes maniobrar para salvar a los 3 ocupantes que lo acompañaban. Gran empresario y hombre de negocios, de aquellos que se remangan para trabajar por su país en vez de dejarle a otros esa responsabilidad. Fue también un gran amigo de Colombia, le hará mucha falta a la política latinoamericana. Enviamos toda nuestra solidaridad a su familia y al pueblo chileno. Paz en su tumba.
Por: Jorge Eduardo Ávila