La corrupción en Colombia no tiene límites. Cada día son más frecuentes, más millonarios y más descarados los casos de esta arraigada práctica, que lo único que genera es más desigualdad en nuestro cuestionable estado social de derecho.
El término corrupción proviene del latín corruptio, corruptiinis, a su vez del prefijo de intensidad con- y rumpere ‘romper, hacer pedazos’. Y precisamente eso es lo que están haciendo los corruptos con este país, volviéndolo pedazos.
El escándalo más reciente y que trascendió fronteras es el de Odebrecht, donde ha quedado en evidencia cómo los funcionarios hacen mal uso del poder público para conseguir una ventaja ilegítima en la millonaria contratación del Estado.
Odebrecht Infraestructura es un emporio tan poderoso que sus tentáculos se extienden a 12 países de Latinoamérica y África.
Se trata de una empresa de más 70 años de historia, cuyo prestigio quedó por el piso hace un mes al ser condenada por una corte de Estados Unidos por sobornar a funcionarios públicos para ganar millonarios contratos.
El escándalo en Colombia se dió con la captura del exviceministro de Transporte, Gabriel García Morales, que como director del Instituto Nacional de Concesiones, Inco, habría exigido más de 6.5 millones de dólares a Odebrecht para adjudicarle el sector 2 de la Ruta del Sol, de 528 kilómetros de vía para mejorar la movilidad entre el centro del país y la costa Atlántica, proyecto de casi cinco billones de pesos.
Fiscalía, Procuraduría, Contraloría y otras entidades de Estado solo conocieron este caso de corrupción por los hallazgos de las autoridades de otros países. Así queda claro que en Colombia se necesita más rigurosidad en los procesos de investigación, seguimiento y control.
Enhorabuena llegó esa ayuda internacional que logró destapar la olla podrida y señalar con nombre propio a los responsables.
El escándalo ha sido utilizado por los políticos como ‘caballito’ de batalla para destrozar la imagen de sus contendores, cuando en realidad no salen a los medios de comunicación porque les duela el desgreño económico que sufre el país. Si a los mandatarios de otrora y a los actuales les doliera el país la transparencia primaría en el manejo de los recursos públicos.
Santos y Uribe tratan de defender a sus aliados salpicados en la investigación; unos señalan de corruptos a los otros, sabiendo todos que quienes han manejado y manejan las riendas de este país fácilmente sucumben ante el poder del dinero.
Odedrecht es una firma muy prestigiosa, ejemplo de organización, desarrollo y proyección empresarial, pero hoy queda expuesta como una constructora de corrupción.