Y ADEMÁS…
Por: ALBERTO HERAZO PALMERA
El martes 6 de diciembre los vallenatos de bien asistieron, entre esperanzados y ansiosos, a la gran marcha nacional de rechazo al secuestro, luego del asesinato de 4 uniformados y a los violentos que han concitado en el colectivo un afán por demostrar a los violentos que una comunidad agregada a un sentimiento monolítico puede desterrar un flagelo en pleno siglo XXI no tiene asidero político y social. Por cierto y lástima, la marcha no fue tan concurrida como se esperaba, pero en fin, la gente es así, ojalá después no se quejen.
Mucho se ha dicho y analizado sobre la conveniencia y utilidad de las marchas sociales. Hay quienes opinan que dichas marchas aglutinan la repugnancia que genera la violencia indiscriminada.
Para un observador con independencia, las marchas ciudadanas enmarcan innumerables sentimientos contra la anormalidad cotidiana que ha sentado orondamente sus reales en nuestro país. Se marcha para que, en síntesis, se acabe el injusto y macabro álter ego de los grupos que consideran tener el dominio por el terror y, de contera, constituirse en jueces y verdugos de la gran masa inerme de ciudadanos que estoicamente lo hemos venido soportando.
Se marcha para que el inmenso aparato institucional entienda la necesidad inmediata de autopurificarse. Se marcha para que el grupo de jóvenes que terminan su preparación académica tengan una oportunidad de demostrar sus capacidades y realizar sus sueños. Se marcha en contra de la usura, se marcha en contra de los abogados deshonestos, se marcha para que el profesor enseñe, el juez legisle y falle en derecho, se marcha para que el Ejército y la Policía vigilen, defiendan y nos den seguridad, para que el arquitecto o ingeniero construya con honradez y técnica, para que algunos funcionarios no soliciten el 10 ni el 20%, en contra de la inseguridad y que el comerciante no altere los precios.
En fin, sería innumerable el listado del clamor ciudadano que se expresa en las marchas, pero que puede resumirse en las frases de dos pensadores: Fernando Savater, al afirmar que el predominio de la fuerza debe estar en manos del Estado para reprimir, represar o evitar las anomalías sociales; y el maestro Echandía, al término de la noche aciagas de la violencia, para que en Colombia se pueda volver a pescar de noche.
NOS HACE FALTA CULTURA
Verdaderamente que mucha gente necesita el Manual de Carreño. Estamos un poco fallos de cultura. Definitivamente, no sabemos conducirnos en diferentes lugares fuera de casa. Bajo esta perspectiva es entendible por qué se presentan actuaciones como pasarse los semáforos en amarillo o rojo, colarse en las filas, no cederle la silla al anciano, dejar pasajeros en sitios no autorizados, el que va a la caja de un banco y pasa sus papeles sin ninguna argucia y con mirada a los pobres borregos que respetan la cola, el señor o la señora que entra a la tienda donde se encuentran varias personas y saluda al tendero no por amabilidad, sino para capturar su atención y proceder y hacer su pedido, es otro inculto que está seguro de ser alguien superior por el hecho de haberse pasado por la faja a varias personas. En fin, todo un compendio de infracciones a la sana convivencia y a las normas.
OTRAS COSITAS
Ahora que se avecinan las fiestas navideñas no está por demás hacer algunas recomendaciones, cuando es común perder la sensatez por exceso del consumo de alcohol que acompañado de la pólvora se convierte en un peligroso coctel que cuando no mata, desfigura.
Felicito al actual comandante de la Policía, coronel Hugo Velásquez, porque al fin pondrá a funcionar un sistema de cuadrantes para Navidad. Mi candidato para contralor departamental es el distinguido abogado Gustavo Aguilar, destacado profesional del derecho y que – sin duda alguna- lo hará con lujo de competencias. Como siempre los candidatos que salieron elegidos cambiaron su número de celular para quienes votaron por ellos no los vuelvan a llamar, ni volver a verlos, así son los políticos. Es una lástima que sean así.
Así como le reconozco al actual secretario de obras públicas municipales, el arquitecto Edwin Fernández, por su gran labor. Tengo que hacerle un llamado de atención: todavía no han recogido las pilas de concreto dejadas al frente de la residencia del Turco Pavajeau en plena plaza Alfonso López. ¿Hasta cuándo señor secretario? Y finalmente, alcohol y conducción es la peor combinación, ojo con esto señor conductor.
PD: Esta columna saldrá, de ahora adelante, cada quince días, por razones personales de su autor. Agradezco la compresión a los lectores.