Cuando en la Revista Semana leí el artículo de Ariel Ávila, ‘Así se roban las elecciones en Colombia’, sentí como si esos testimonios los hubiera recogido la Fundación Paz y Reconciliación en el departamento del Cesar. Hasta volví a vivir la impotencia que me acompañaba cada vez que versiones muy parecidas rondaban los episodios electorales nuestros.
Hoy cuando las derrotas nos acorazaron la esperanza y todas esas versiones perecen en la tramitología electoral, que la acomodada normatividad diseña para tendenciosamente impedir su confirmación, por fin sentimos que nuestro clamor puede dejar de ser un rumor de esquina y convertirse en una problemática nacional con dolientes ciertos, como lo propone la investigación publicada en un medio de comunicación de jerarquía nacional.
Ojalá la institucionalidad demuestre que los ´paquetes’ de votos informáticos vendidos por inescrupulosos funcionarios de la Registraduría o la amañada escogencia de los jurados para conformar mesas homogéneas que disimulan con miembros de diferentes partidos políticos pero que realmente son del mismo candidato o el traumatismo para acreditar y notificar testigos electorales, solo son fantasmas regionales y no parte de una organizada estrategia para torcer la voluntad del pueblo en las elecciones presidenciales.
Ojo entonces candidatos presidenciales y equipos de control electoral. Ya los jurados fueron escogidos de las nóminas oficiales al servicio del clientelismo vargasllerista; las manifestaciones en plaza pública que eran de exclusiva iniciativa petrista ya no lo son y vemos como la infraestructura faraónica del candidato de los mercaderes de la política disfraza de multitud las necesidades populares, al tiempo que descalifica los resultados de las encuestas, para que en caso de consolidarse la trampa no cause sorpresas y el pobre pueblo una vez más acepte la profanación de su mandato.
Los damnificados podrían ser Iván Duque o Gustavo Petro, quienes son los favoritos para estar en la segunda vuelta no solo por sus guarismos en las diferentes encuestas, sino por su amplia preferencia en los espontáneos sondeos de barrio que igualmente son esquivos al doctor Germán Vargas Lleras, muy a pesar de que duró siete años construyendo su imagen de gran ejecutor con la chequera oficial.
Pero como al final del ejercicio el perjudicado solo va a ser el pueblo colombiano, indistintamente nos toca ser vigilantes, convertirnos en testigos electorales y aún en contra de una institucionalidad preparada para sofocar cualquier reclamo, protestar ante anomalías del día electoral. De la fidelidad del software se encargan las campañas. Ejerce tú el control electoral y decide por tu futuro, Un abrazo.
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@antoniomariaA