El Observatorio Europeo sobre Drogas y Toxicomanías (OEDT), con sede en Lisboa, detectó en 2011 la aparición de 49 nuevas drogas o sustancias psicoactivas. El mismo año fue lanzado en Colombia el estudio sobre el consumo de Sustancias psicoactivas en población escolar, con los siguientes resultados, uno de cada cuatro jóvenes entre los 11 y los 18 años aseguró haber consumido cigarrillos alguna vez en su vida, el 40% ha tomado alcohol y un 12% declaró haber probado una sustancia ilícita.
Según la Secretaría de Educación de Bogotá, en lo que va corrido del 2015, han sido reportados 1.689 casos de consumo de sustancias psicoactivas, de los cuales 992 se trataron directamente en los colegios, mientras los 697 restantes fueron atendidos por la Secretaría. El incremento del consumo de sustancias prohibidas entre los escolares del país presenta un comportamiento ascendente, especialmente, en los colegios privados de los departamentos de Antioquia, Risaralda y Caldas. La situación es preocupante con respecto a la aparición de drogas nuevas; el OEDT, manifestó que en 2014 se detectaron 101 de esas nuevas sustancias, un 25% más que el año anterior, la mayoría “cannabinoides, estimulantes, alucinógenos y opioides sintéticos” que imitan drogas “tradicionales”.
El consumo de las denominadas nuevas drogas, sustancias psicoactivas o alucinógenas, crean problemas sociales y constituyen un brazo delictivo del narcotráfico que con mucha fuerza viene penetrando las instituciones educativas de Colombia con base en el rentable negocio del microtráfico. Las modalidades de venta en el entorno de los colegios tienen por objeto cautivar clientes y motivar el ejercicio en el interior de las instituciones educativas utilizando menores de edad, para aprovechar la protección que brinda la legislación al momento de iniciar procesos de judicialización.
En ese sentido, los operativos policiales terminan siendo infructuosos, lo que claramente determina el cambio de la estrategia institucional, en aras de combatir el problema desde las primeras líneas de la estructura jerárquica de esas organizaciones.
El secretario de la Comisión Interamericana para el Control del Abuso de Drogas (CICAD), Paul Simmons, recientemente manifestó: “Siempre va a haber consumo de drogas”. No obstante, la sociedad en general no puede sucumbir ante esta manifestación lapidaria, todavía quedan vías gubernativas para contrarrestar los efectos de los mini carteles del narcotráfico en el área urbana, en el mismo orden a través de la recuperación de los valores, principios y la nutrida comunicación que solo es concebida en la familia, asimismo, actuando en consideración del aval ordenado por la Corte Suprema de Justicia, que facultó a los padres de Colombia la revisión de las comunicaciones de sus hijos en redes sociales, no hay que descuidarse con la influencia de los cibermercados.
Construir sociedad y nación es una tarea de altas complejidades, la estructuración del delito es cada vez mejor y sofisticado, mientras que la institucionalidad flaquea y no es ejemplarizante. El debate en torno a la producción y consumo de drogas debe analizar los esfuerzos legislativos que promueven la legalización, las medidas que prohíben el uso del glifosato bajo el argumento de la afectación ambiental y los daños colaterales a la salud humana y sopesarlos con la rentabilidad del macabro negocio del narcotráfico y la tragedia que genera socialmente.