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Consuelo Araujonoguera fue importante en empresas del folclor, periodismo y literatura

El conversatorio concluyó con la presentación de la declamadora María Victoria Molina, hija del pintor Jaime Molina, y del cantautor Gustavo Gutiérrez, quienes recordaron los poemas y los cantos que eran del agrado de Consuelo Araujonoguera.

En el conversatorio ‘Vida y Obra de Consuelo Araujonoguera’ al cumplirse 15 años de su muerte se contaron diversos aspectos de la mujer que abrió las puertas de la auténtica música vallenata, que a través de diversos medios de comunicación contó sobre su entorno y que a nivel familiar sobresalió por ser una hermana, una madre y una abuela admirable.

El vicepresidente de la Fundación Festival de la Leyenda Vallenata, Efraín Quintero Molina, en la apertura del conversatorio destacó la importancia de la ruta que ‘La Cacica’ se propuso transitar por los campos de la música vallenata donde a todo le puso corazón y llamó la atención para lograr la unión de todos los gestores culturales para seguir sus pasos y no decaer en la misión encomendada.

La Carta Vallenata

El primer ponente fue el periodista Camilo Cano Busquets, hijo de inolvidable director de El Espectador Guillermo Cano Isaza, quien se paseó por la manera como la conoció y como escribió durante 23 años su columna ‘Carta Vallenata’ en El Espectador.

“Mi experiencia con Consuelo tiene dos puntos de vistas distintos: uno se relaciona con la música vallenata y el otro con el periodismo. Consuelo fue quien me indujo a conocer a esta región y su gente, a su folclor, fue la mamá quien me inculcó que me gustara el vallenato. Aprendí a ser defensor del vallenato en cualquier escenario del mundo que me encuentre, gracias a Consuelo.

En cuanto al tema periodístico, fue Gabriel Cano, padre de Guillermo, quien vio en Consuelo la mejor de las plumas, una cronista de primera clase quien podía contar historias bonitas de esta región. El periódico El Espectador era el que más se leía en el país, y Consuelo formó parte de esa evolución. Ella, entró a finales de la década del 60, escribía la columna ‘Carta Vallenata’, todos los martes, durante 23 años.

Consuelo tuvo libertad para escribir en El Espectador lo que ella pensaba, nunca se le quitó ni una coma, ni un punto, eso la hizo muy feliz.

Ahora, a raíz de los 50 años que cumple el Festival de la Leyenda Vallenata en el 2017, sería interesante hablar con El Espectador para elaborar una cartilla con las 50 Cartas Vallenatas más destacadas de Consuelo, para ello contaríamos con el apoyo de todos”.

Consuelo, formidable

La licenciada en sociología e investigadora cultural Gloria Triana, definió a Consuelo Araujonoguera como una crítica importante y que asumía retos y los sacaba adelante.

“Yo conocí a Consuelo antes de conocerla, era un personaje que me intrigaba mucho porque me encantaba su columna de El Espectador. Mi hermano Jorge Alí Triana estuvo en Valledupar y de regreso a Bogotá me dijo que había conocido a Consuelo, que le pareció una mujer excepcional, que hablaba de todos los temas, quedó impresionado por su inteligencia.

Cuando ‘Gabo’ ganó el Premio Nobel, pidió que cuando fuera a recibir su galardón en Estocolmo lo acompañaran cumbias y vallenatos. Cuando Consuelo se enteró, se tomó a pecho el tema de los músicos vallenatos, y ella fue la que seleccionó a las personas que iban a viajar. Consuelo anunció por la prensa que el viaje era un hecho y nadie se opuso.

Consuelo escribió un diario donde cuenta toda esta situación. A la Academia Nobel le pareció interesante la propuesta de presentar a los artistas nuestros y dio como espacio al denominado Banquete del Nobel, hubo presentaciones previas en el mejor teatro de Estocolmo, en el Museo Etnográfico, pero el reto estaba en la presentación en el Banquete. En la víspera, Consuelo visitó a ‘Gabo‘, quien estaba preocupado por nuestra muestra artística. El éxito fue tal que un periódico de Estocolmo tituló: Los amigos de Gabriel García Márquez nos ensañaron cómo se celebra un Nobel.

Consuelo, a pesar de ser autodidacta, fue una persona formidable, impresionante, ella se formó así misma a través de la lectura, fue una cronista excepcional. José Jorge Dangond decía que a través del libro ‘Vallenatología’, Consuelo convirtió al vallenato en una ciencia; y a través de su libro ‘Lexicón’, da la impresión se ser una gran filóloga”.

Consuelo ayudó a construir el espíritu de Colombia

El abogado vallenato y exmagistrado de la Corte Constitucional, Jaime Araújo Rentería, hizo un esbozo por la vida de Consuelo Araujonoguera, desde el campo democrático y espiritual, que la llevó a emprender batallas para alcanzar un mejor vivir en Colombia.

“Hay gente que se inmortaliza porque construye algo material, como las pirámides de Egipto, pero por mucho que dure años y años, en algún momento estos elementos desaparecerán, pero lo que nunca perece en el hombre es el espíritu. Todos, sabemos que Consuelo ayudó a construir el espíritu de Colombia a través de esta manifestación cultural que es parte de nuestra vida, que no solo se refiere al folclor, esto conlleva implícito todas las tradiciones, como el vestido, las costumbres y las comidas.

Consuelo fue una mujer democrática, no solo desde su actitud cristiana, cuando apoyaba una causa de los drogadictos o de los más necesitados. Ella, tuvo una visión de un país más justo, de que en Colombia deberíamos tener más derechos.

Su muerte fue doblemente injusta, porque aquellos quienes decían defender a la democracia, asesinaron a una mujer democrática.

Es bueno que Colombia sepa que había una mujer que no solo creó un espíritu cultural, sino también un espíritu de la democracia”.

Hermana y madre ejemplar

En el conversatorio el espacio para recordar a Consuelo en toda su dimensión como hermana y madre, le correspondió a Jaime Araújo Noguera, y a Andrés Alfredo Molina Araújo, quienes contaron detalles de su vida en el hogar.

Para Jaime, su hermano mayor, sus inquietudes en el campo literario y de la música los cultivó desde niña, siendo muy amante de los libros y estar muy pendiente de saber sobre los acordeoneros de aquel entonces.

“Era muy disciplinada, amante de la lectura y sobre todo lo que le llamara la atención. Fui su hermano de confianza, y me consultaba sobre diversos aspectos. Me atendía los consejos. Nosotros, hemos sido una familia muy unida y fui su admirador cuando emprendió la empresa de crear el Festival Vallenato que hoy es grande gracias a ella y a muchos amigos que le acolitaron ese embeleco, como solía decir”, recordó.
Por su parte su hijo Andrés Alfredo Molina destacó su disciplina y los deseos en que sus hijos se enamoraran de la lectura y de los cuentos que ella misma les narraba. Incluso, manifestó, que escribió su propia historia: ‘Échame un cuento mamá”.

“Ella fue muy disciplinada, entregada a la educación de sus hijos y también que a que todo marchara bien en el hogar. A ella, el tiempo le alcanzaba para todo. Siempre me he preguntado cómo le alcanzó el tiempo para lograr tantas y tantas cosas”.

Por Juan Rincón Vanegas

Categories: Crónica
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