No debemos escandalizarnos, el país está polarizado entre el fin del conflicto o su continuidad, ese es el contexto, que expuesto al proselitismo político es traducido como la guerra o la paz. También hay ambigüedad en torno al proceso de paz con las Farc, es un error considerar que el fin del conflicto es igual a la pacificación en Colombia, no es así, es apenas una etapa de una extenuante maratón para construir nación, por ello, es perentorio acabar con el conflicto sexagenario.
Con el conflicto hacen política, no en vano fue el motor de la primera vuelta presidencial y siguió de largo para la segunda vuelta; el proceso de paz es un blanco fácil, es bombardeado con especulaciones y afirmaciones que fomentan la incredulidad, en especial, en un pueblo fácilmente manipulable, porque lee poco y desconoce su historia.
Es un absurdo constitucional manifestar que los integrantes de las Farc llegarían al Congreso de la República sin someterse a procesos electorales; que el país va rumbo hacia el Socialismo del siglo XXI o al denominado Castrochavismo, causa curiosidad que ante tanta oferta las Farc no aprovechen el papayazo, mientras tanto, comandantes de las Farc atizan la polarización expresando que en un eventual fin del conflicto no dejarían las armas, semejante incongruencia hace que recobre vigencia la petición del fin del conflicto pero con justicia; al contrario, entrega de armas, desminar territorios, reparar a las víctimas, desmontar el negocio del narcotráfico y participación política son imperativos que garantizan el éxito del proceso de paz.
De igual manera es deplorable la actitud de los antagonistas del proceso de paz, alimentan el morbo en las redes sociales con fotos de nuestros soldados muertos en combate o masacrados por las Farc, a ellos hay que decirles que nuestras Fuerzas Militares llevan 200 años poniendo el pecho por honor y para construir la patria; están equivocados quienes en la modernidad de la tecnología pretenden hacerlo creer; asimismo, considerar descabellado acabar con el servicio militar obligatorio, pues no afecta el espíritu de la formación militar y porque evitaría que la población menos favorecida siga en el frente de batalla; o ¿será que las familias colombianas no sienten temor por las vidas de sus hijos cuando están prestando el servicio militar?
Los colombianos debemos ver al país con mirada objetiva para no generar antagonismos y mayor polarización, entendiendo que la mejor manera de acorralar y derrotar a las Farc es a través de la decisión unánime de todos los sectores para ponerle fin al conflicto, no obstante a sus defectos y particularmente a nuestros intereses. Es inhumano continuar haciendo política con el conflicto, bien lo expresó Winston Churchill “La Política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra solo se muere una vez”.