Si hoy se le preguntase a un joven entre los 18 y los 25 años qué expectativa tiene del país en los próximos años, por lo menos el 57% tiene como opción de vida o al menos está pensando en emigrar de Colombia ya sea a Estados Unidos o a Europa, y no es casualidad que uno de los diarios de mayor reconocimiento mundial como lo es El País de España, en su versión para América publicara una nota de la periodista cesarense Diana López Zuleta al que tituló “La mitad de los colombianos quiere irse del país” y en el mismo artículo menciona que al menos 51.498 compatriotas fueron arrestados entre enero y febrero de este año por pretender entrar de manera ilegal a los Estados Unidos.
Pero si aun la cifra no nos alarma, lo que está sucediendo en el Tapón del Darién y el enorme éxodo de migrantes ilegales que pretenden cruzar todo Centroamérica para llegar al muro entre México y Estados Unidos ya sobrepasó los niveles de tragedia humanitaria y de atención mundial puesto que la gente prefiere arriesgar su vida con tal de cruzar la frontera y encontrar del otro lado el tan anhelado “sueño americano” que cada día gana más adeptos; ahora bien, las causas que están motivando esta explosión de migrantes no serán motivo de esta columna y me enfocaré en plantear mas bien la construcción de nuestro propio sueño y para ello es necesario que cada ciudadano se convierta en el país que desea para si y para sus hijos porque creo que todos estaremos de acuerdo en que el país somos todos ocupando un espacio en este rincón de la geografía del continente.
Solo basta escuchar a nuestros compatriotas cuando visitan un país desarrollado, las anécdotas de cómo debieron hacer la fila para abordar el metro, o como la policía les impuso comparendos por dejar caer un papel en la calle o la autoridad y el respeto que infunde un oficial de policía son solo una parte de la adaptación que debe hacer un migrante en un país que no tolera el quebranto de la ley y mucho menos la cultura del desorden y del todo vale y los hechos y las noticias de latinos haciéndose visibles en Europa y Estados unidos no son precisamente por acciones que nos enorgullezcan.
En esta ocasión nuevamente quiero hacer referencia como la China en los años ochentas era el hazmerreir de los norteamericanos, su cultura, su gastronomía y su industria era sinónimo de exótico y de mala calidad y por supuesto aprender mandarín no estaba en los planes de ningún habitante del mundo salvo su nativos, pues bien, cuatro décadas bastaron para que revirtiera su historia y hoy sean la segunda economía del planeta y a pocos años de ser la primera potencia del mundo, su pasaporte es uno de los mas sellados después del americano y de los habitantes de la zona euro, amén de la cantidad de sus nacionales que están regados por todo el globo ejerciendo todas las actividades desde educación, deportistas, empresarios y presencia diplomática; en síntesis, pasaron de ser cola a ser cabeza.
Ahora bien, según cifras del portal Datosmacro.expansion.com entre 2005 y 2020 han emigrado 10.160.885 colombianos y los principales países de destino de los emigrantes son Venezuela, donde van el 30,35%, Estados Unidos, el 27,03% y España, el 14,89% sorprende la cantidad de compatriotas que se quieren ir para el vecino país de Venezuela, pero más allá del destino que elijamos nuestra realidad es que nos llevamos el país con nosotros y a donde vayamos llegamos con nuestro propio sello lo cual en la mayoría de los casos no es necesariamente el mejor.
José Bobadilla es un conferencista Colombiano que fue notificado que iría a Houston Texas a dictar una charla sobre nueva economía, pero los organizadores le manifestaron que tendría que aprender inglés puesto que su público no era de habla hispana; la respuesta de Bobadilla no puede ser más motivadora a construir ese país que nos merecemos y que pretendemos encontrar en otro lado, “yo no tengo que aprender inglés, que ellos aprendan español porque soy yo quien dictará la conferencia”, por eso cada vez que se le pase por la cabeza emigrar del país, recuerde que a donde vaya siempre llevará lo que somos y hemos construido por dentro y por fuera, de nosotros dependerá como nos reconocerán.
Por: Eloy Gutiérrez Anaya.