Por Eduardo Verano De La Rosa
Todo partido político tiene como meta la conquista del poder político. El Partido Liberal Colombiano no debe deslindarse de ese propósito y antes por el contrario, tiene que diseñar y ejecutar un plan que surja de la más amplia deliberación política de sus miembros.
Tal deliberación se hará en diciembre próximo en un nuevo Congreso del Partido y el escenario no podía ser el más libertario: Cartagena de Indias, donde inevitablemente se abordarán temas coyunturales como la elección presidencial del año entrante y la posibilidad de que el Partido Liberal se presente con una alternativa de poder presidencial.
El Congreso del Partido Liberal tiene que garantizar la Consulta Interna, como el procedimiento deliberativo por excelencia para que las candidaturas a la Presidencia de la República se inscriban en forma pública y presenten sus programas.
La Consulta Interna tiene una tradición en el seno de esta asociación política que es propia de los partidos democráticos que se diferencian de los totalitarios porque éstos optan por procesos de deliberación y no de aclamación. Siendo así las cosas, el que no delibera en forma plural mediante el mecanismo de consulta a sus bases, no es un partido democrático.
Rafael Uribe Uribe, Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán Sarmiento, entre otros dirigentes liberales, fueron defensores del mecanismo de la Consulta Interna como mecanismo de talante democrático, y criticaron de forma categórica la aclamación porque estimaban que empobrecía y liquidaba la democracia interna de un partido de estirpe democrática como el nuestro.
El próximo Congreso del Partido Liberal es el escenario propicio para la más amplia deliberación política sobre asuntos relacionados con la superación del degradado conflicto armado en el que estamos inmersos, a partir de allí, el Partido tiene que ser la alternativa de poder para una gran reforma del Estado que se construya con fundamento a la diversidad regional.
El modelo de Estado actual no está resolviendo los grandes problemas de la sociedad y ha demostrado hasta la saciedad que es obsoleto y ha permitido un prolongado conflicto armado.
Colombia es un país de regiones y el modelo de Estado centralista que nos imponen no responde a la realidad política y social de la Nación. Las Regiones claman por mayores niveles de autonomía.
La autonomía como libertad política es un derecho fundamental de la ciudadanía de las regiones. El Estado centralista le ha pisoteado la libertad política a las regiones, cortando de un tajo la posibilidad de autogobernarse. El Partido Liberal no puede ser sordo y ciego ante esta realidad política. En su ideario, esa libertad política de las regiones era una de sus banderas.
Recuperar la bandera autonomista debe ser una de las misiones del Congreso del Partido. Las candidaturas liberales deben ser presentadas en este escenario y garantizarles la más amplia oportunidad de expresarse.
La voz de la Autonomía Regional deberá ser la voz que guie al Partido Liberal en la conquista del poder presidencial. Las negociaciones de La Habana son una oportunidad para el desmonte del centralismo antidemocrático que agobia a la Nación y a las regiones. Un nuevo modelo de Estado de Autonomías Regionales debe aprobar el Congreso con miras al próximo debate presidencial.
El Congreso del Partido Liberal y deliberación política en la construcción de la democracia.