Por estos días, darse a la tarea de discriminar uno por uno los males que aquejan a la sociedad colombiana, especialmente en materia de poder público, sería un trabajo bastante extenso, pero, sobre todo, muy decepcionante. No hay duda de que los actos de violencia y la corrupción son los dos fenómenos que encabezan la lista de las causas y efectos de esta crisis política y sociocultural que nos atormenta. De las pocas luces, que hasta ahora se ven al final del túnel, estamos los jóvenes, en medio de dos instituciones básicas que a mi modo de ver son dos herramientas imprescindibles para hacer nuestro aporte al proceso de reinvención social que hemos de encausar, la Constitución y la academia, dos máximas del Estado Social.
La semana pasada decidí comenzar a materializar un proyecto que traía pendiente hace un tiempo, ‘Constitución, juventud y academia’, se trata de una charla -charla por aquello de la denominación genérica, pero en realidad es un espacio socioacadémico para conversar- a través de la cual se pretende acercar a los jóvenes, en especial a quienes cursan los grados 9, 10 y 11, a la realidad política, social, económica y cultural de país. Allí se abordan temas de suma importancia como los derechos fundamentales, los deberes, principios y valores preceptuados en la Carta Superior, las distintas acciones constitucionales, el papel de los jóvenes frente a la concreción de un verdadero Estado Social y Democrático de Derecho, la corrupción, la ética profesional, entre otros tópicos que servirán como punto de partida para el fomento de la reflexión y el análisis acerca del panorama actual de Colombia, sus avances, complicaciones, retrocesos, puntos claves y retos a futuro.
En la primera sesión de este espacio conversacional en el Colegio Comfacesar, de donde soy egresado, pude charlar con jóvenes acerca de cómo podemos nosotros, la nueva generación, impulsar el tránsito de nuestra Nación hacia una mejor sociedad, teniendo como patrones de conducta la Constitución Política, la academia, la ética, las buenas practicas, la responsabilidad, la rectitud, el respeto y el sentir humanitario, sensible, que debe estar siempre presente. Comenté lo que hay que hacer, pero también examinamos lo que no puede ni debe hacerse nunca.
La labor de la academia y la educación familiar en tiempos de recesión como el colombiano es determinante en gran medida, de allí salen los profesionales a cumplir su tarea en la sociedad, y ojo, cuando hablo de profesionalismo hablo de integralidad, porque una persona que ha estudiado mucho, pero no sabe qué es la ética, principios morales y valores, no es profesional, es simplemente un sujeto que ha asistido a unas cátedras en un claustro universitario y se ha leído un par de libros.
En palabras del profesor Moisés Wasserman, a las cuales adhiero, las instituciones educativas no están llamadas a enseñar la ética como tal, pero sí a promover su estudio y ejercicio, así mismo a propiciar los escenarios de análisis, critica y proposición correspondiente a nuestra realidad, así se podrá mejorar la calidad de profesionales que estamos exportando desde las aulas de clases de los centros de estudios del país. La academia hay que usarla, explotarla, es motor de desarrollo.
Pueda que parezca un poco cansón, pero yo seguiré insistiendo con temas como la ética, la academia y la Constitución Política, allí hay abundante material para la solución. Por otro lado, considero que las instituciones educativas del país deben fortalecerse en potencial humano, no podemos dejar la academia en manos de profesores mediocres, de esos que no salen de lo genérico por miedo o desinterés frente a lo especial. Hay que fomentar una cultura académica en cada rincón del país, y esto sólo tendrá éxito si los estudiantes comenzamos a entender que es la disciplina y el compromiso dentro de la esfera del conocimiento, así es que se forjan verdaderos centros de estudios, y los profesionales del futuro, hoy universitarios, comenzaremos a recuperar la confianza que la sociedad de bien nos ha quitado.
Es preocupante el mal momento que pasamos en Colombia, cuando en una sociedad, pilares fundamentales como la justicia, la democracia y la ética entran en crisis, los correctivos deben emplearse de manera oportuna, eficiente e integral. Ese es el mensaje que quiero llevar a las instituciones educativas del municipio de Valledupar y todo el departamento del Cesar. No dudemos de algo, gran parte de la solución se resume en tres elementos vitales: ‘Constitución, juventud y academia’.
Nota: los colegios del municipio de Valledupar y todo el departamento del Cesar interesados en la charla, pueden escribirme al correo camilopintomoron@gmail.com
@camilopintom
Por Camilo Pinto Morón