Pasaron las elecciones y de acuerdo con lo anunciado, se impuso la más grande empresa de fraude electoral que haya visto la historia política del departamento del Cesar. El domingo de elecciones y días previos hubo de todo; manipulación del sorteo de jurados, desinformación e irregularidades en la acreditación de testigos, descarada compra de votos y constreñimiento al elector, entrega de tarjetones previamente marcados, urnas abiertas durante la jornada, tarjetones con serial de otras ciudades, vulneración del censo electoral con múltiple sufragio, suplantación con cédulas clonadas, ausencia del control biométrico, inconsistencias en la transmisión de datos y serias dudas en la operación del sistema electrónico encargado de procesar la información.
Respecto de esta última irregularidad miremos cifras y porcentajes. En las elecciones del 2011, Luis Alberto Monsalvo Gnecco logró el 57,75% de la votación con 172.064 votos, mientras que Arturo Calderón Rivadeneira alcanzó el 42,25% con 125.863 sufragios. Lo curioso es que hoy el porcentaje que registra Franco Ovalle es muy similar al de Monsalvo, un 57,28% con 238.872 votos, al tiempo que Arturo Calderón se mantiene en el 42,72% con 178.164. ¿Qué pasó? Tal vez nunca se sabrá, pero parece que programaron el sistema electrónico con los mismos valores en ambas elecciones.
Así como también será difícil probar, sin que esto quiera decir que no sea verdad, que la tempranera y jamás vista congestión en los puestos de votación de La Paz, La Jagua de Ibirico, Chiriguaná y otros municipios, se debió a que en esos momentos estaban votando varias veces las mismas personas con cédulas clonadas.
Los acomodados dirán que estas extrañas coincidencias son falsas y obedecen solo a la incapacidad de aceptar una derrota, responderles sería perder un espacio importante en estas líneas porque ese tipo de comentarios también obedecen a la muy bien montada estrategia de darle visos de legitimidad a una elección fraudulenta, prefiero mejor reflexionar y llamar la atención acerca de las garantías que niegan las instituciones oficiales a aspiraciones válidas dentro del ejercicio democrático de la política. Y que históricamente ha estallado en manifestaciones violentas, como la constitución del Movimiento 19 de Abril, M-19, en reacción al fraude que fuera víctima el General Gustavo Rojas Pinilla finalizando el Frente Nacional. O la latente amenaza de dar al traste con el proceso de paz con las Farc, cada vez que no haya garantías para llegar a cargos de elección popular solo con el respaldo del pueblo. Reto para el nuevo registrador.
Afortunadamente los ‘guapos’ votaron por el gobernador electo, lo que garantiza que la frustración promovida por un proceso electoral amañado se ahogará en entrevistas radiales y artículos de prensa, desde allí los no elegidos seguiremos planteándole al Cesar alternativas, así la organización electoral de la Registraduría Nacional del Estado Civil manipule los resultados de acuerdo con la capacidad de soborno del candidato o al ‘entronque’ como dicen en Bogotá, para referirse al grado de persuasión que un particular tiene sobre la voluntad de un funcionario púbico. Dios nos ampare.