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Consecuencias de la fama

Algo sobre

Por: José Romero Churio

Con toda franqueza reconozco que no pude vencer la tentación de escribir algo sobre la actuación de Silvestre Dangond, el pasado 25 de diciembre  en el espectáculo final del XXII Festival Tierra de Compositores, celebrado anualmente en la población de Patillal, cuna de distinguidos cultores de la música vallenata, entre los cuales sobresale  Rafael Escalona, considerado nacionalmente como  el mejor; lo que  de veras, en modo alguno demerita el valor de otros compositores; por ejemplo, el recién fallecido  Chema Guerra, también patillalero.
El talento de Silvestre Dangond como cantante es fenomenal, esto nadie lo debe ni puede desconocerlo, ya que a corta edad escaló a la cumbre de la fama, ámbito que alcanzan pocos, pero muy difícil mantenerlo o disfrutarlo, para no decir que imposible y, porque además, sería caer en el repugnante absolutismo.
¿Pero qué es lo que tanto menoscaba  la fama?, sin duda alguna su peor enemigo es la condición humana, tanto propia como ajena. Varios son los factores, entre otros se destacan la envidia, el envanecimiento o endiosamiento, el egoísmo, y – porqué no decirlo-, también el puritanismo y moralismo insulso.
Según la controversia, los dos grandes pecados de Silvestre en su presentación de Patillal, fue decir que ganaba tanto dinero que podría utilizar billetes como papel higiénico y palpar los genitales de un niño. No se puede negar, fue un desatino, y así lo reconoce en un comunicado público, pero, lamentablemente, al final de la misma disculpa vuelve y mete las de caminar, cuando anuncia que ha apoderado al abogado Abelardo de la Espriella para que lo defienda de las posibles demandas de quienes crean que la palpación de los genitales de un menor fue un acto obsceno y/o un abuso sexual.
Parece que este ídolo de nuestra juventud como que no cuenta con buenos asesores, ya que la publicación de dar poder al abogado mencionado, es otra ostentación de dinero. Y que tal otro de sus supuestos amigos, sale diciendo en la radio que la debilidad de Silvestre son los niños y por tanto les da dinero y los acaricia. ¡Caramba!, en una sociedad como la nuestra, como dice el lenguaje popular, no se puede dar tanta papaya.
A Silvestre Dangond le admiro y deseo que siga cosechando éxitos con su virtuoso talento, me deleito y gozo su música. Sin conocerlo sé que es buena gente, en consecuencia le aconsejo que este feo episodio le sirva de reflexión y trate de corregir lo que no le conviene, que busque gente que le cuiden la espalda, no para esconderle lo malo sino para que lo orienten bien.
Deje de insultar a sus colegas, se lo digo porque escuché una grabación de una de sus presentaciones en Riohacha, en donde trata muy mal a sus colegas, los tilda de lambones con letra mayúscula y como partías de pecuecas. Si a uno lo ofenden la respuesta es del mismo corte, por favor, hay que tener moderación y altura en todo, lo contrario es borrar con el codo lo que se hace con las manos.
En fin, su futuro depende de él mismo, si no se enmienda la música vallenata perderá un icono más temprano que tarde.

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