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El conocimiento no se detiene

Unos nacen para llegar y otros para continuar, escenario este último en el que a la par del conocimiento, que no se detiene, se mueve con honores un coterráneo. Se trata del médico nefrólogo Gustavo Aroca Martínez, nacido en Valledupar, quien tras ser entrenado en el Hospital Militar Central de Bogotá acaba de optar al PhD con tesis Doctoral Meritoria en Educación e Investigación, defensa y sustentación del 100 % a través de la Universidad Cepes de México, Centro Panamericano de Estudios Superiores.

Con este título el doctor Aroca adquiere mayor rigor científico para afianzar su trabajo investigativo y asumir con más solvencia algunas dignidades y responsabilidades como presidente electo de la Asociación Colombiana de Nefrología para el período 2018-2020. También funge como director de la Red Iberoamericana de Investigadores de Postgrado en Salud Renal y Enfermedades Crónicas Prevalente, RISRECP, avalada por la Asociación Iberoamericana de Postgrado.

Reconocido como Fellow de la Asociación Americana de Nefrología y con más de 100 publicaciones en revistas especializadas de notable prestigio, el laureado profesional vallenato y director científico de la Clínica de la Costa en Barranquilla, en la actualidad lidera el grupo de investigación que impulsa la Universidad Simón Bolívar, a la vez que conforma una red multidisciplinaria de investigadores con reconocimiento nacional e internacional.

El conocimiento llega, pero la sabiduría se demora, naturalmente porque el escalonamiento para llegar a la excelencia implica un proceso de constante esfuerzo, sacrificio y dedicación, sin la mentalidad de colgar el Diploma una vez nos graduamos. Erróneamente solemos decirle Doctor a todo el que ostenta un título universitario, así no haya hecho maestrías ni doctorados, pero son cumplidos, para halagar, inclusive a personas sin profesión se les gradúa como Doctor, pero no es lo relevante, porque es un comportamiento de costumbre, de idiosincrasia, arraigada a nuestra cultura. Lo importante aquí es la integridad que no se mide por las profesiones, sino por la conducta, porque ciencia sin conciencia no es más que ruina del alma. ¿De qué sirve un sabio en perjuicio de una sociedad?

Lamentablemente es la fortuna, no la sabiduría, la que gobierna la vida del hombre, y en esa medida el afán no es la pesquisa del conocimiento, sino atesorar riqueza que más de las veces suele nacer de fuentes oscuras, camino desaforado a la corrupción, factor determinante de la inseguridad que vivimos por la concentración del poder que deja sin oportunidades a la gran masa de la población, pero que ya es argumento de campaña de algunos candidatos a la Presidencia de la República, para acabar la corrupción, y claro, “si quieres conseguir la simpatía de la multitud, dile las cosas más estúpidas y crasas”, apuntaba Adolfo Hitler.

Por Miguel Aroca Yepes

miguelarocayepes@hotmail.com

Categories: Columnista
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