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Conocer a Berenice

Por Mary Daza Orozco

Siempre ha sido una mujer resiliente. La conocí luchando, como siempre, enfrentando la adversidad, fue cuando se metió, con su esposo Pedro Daza Mendoza, en la enorme tarea de crear un colegio, sin tener un peso en el bolsillo. 

Allí estuve con ellos, sin que les importara el calor o los grandes aguaceros, tratando de domar un lote que era entonces el Club de Caza y Tiro, y no la vi desfallecer,  su talante recio ¡tan mal entendido! , se puso de manifiesto en esos momentos de incertidumbre, pero con la motivación de  seguir su vocación de educadora, de enseñar, de formar a los jóvenes, logró  lo que hoy es uno de los mejores colegios del Cesar.

Mientras un grupito de profesores y yo en él dictaba clases de español  a un puñado de alumnos, ella se batía contra los obstáculos que encontraba, desde las deudas que genera la realización de un proyecto para el cual no hay recursos económicos, hasta con la incomprensión, que ya comenzaba y que siempre existirá, de padres y alumnos. Allí, a su lado, aprendí disciplina, a poner en orden mis prioridades, y la valentía ante las críticas, la envidia y la malquerencia.

Ahora volvió a atacar  la  incomprensión,  de eso no me había enterado,  me lo contó alguien, yo estaba  por fuera tomando un respiro de esos en los que no se quiere ni leer, ni escribir, ni voy a leer lo que escribieron sobre ella, yo la conozco como la que más y  eso me basta.

Berenice, ante la adversidad, resurge con más fortaleza, lleva tantos años de lucha, de mantener una férrea disciplina entre sus alumnos, esa que se necesita en un mundo tan desequilibrado como el actual; allí estuvo mi hijo los últimos años de su bachillerato y hoy, cuando es mi polo a tierra, entiendo que, junto con sus padres, aprendió  la honestidad y carácter  que se imparten en el Gimnasio del Norte.

Conocer a Berenice Flórez de Daza es saber que hay mujeres que hacen suya la adversidad de las otras y la soportan con ellas; es saber que su generosidad ha tocado a muchos alumnos que han estudiado y graduado en su claustro sin pagar ni un centavo y luego son los primeros en salir a ofenderla; es saber que la honestidad existe; es darse cuenta de que tiene la sencillez de excusarse ante un alumno si se ha equivocado al reprenderlo; es hacer  de la elegancia una aliada en la dura tarea cotidiana; es conocer a más de mil alumnos con sus nombres y el de sus padres para no hacer de ellos solo un número más en las listas; es ser esposa respetuosa y cumplidora de su deber; es ser madre y abuela amorosa; es en fin, la mujer íntegra, correcta, generosa, actual, que hace patria, una mujer que por el solo hecho de serlo merece respeto. A ella y a Pedro mi abrazo solidario y mi amistad por siempre.  

 

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