El próximo lunes 20 de julio, por primera vez en la historia de Colombia, los 108 senadores y 172 representantes a la Cámara, no podrán asistir de forma presencial a la instalación de las sesiones del Congreso de la República. La crisis de salud, social y económica, que atraviesa nuestro país, como consecuencia de la pandemia del covid-19, también empañó esta tradicional ceremonia.
Este año, la instalación de las sesiones ordinarias, la elección de las presidencias de Senado, Cámara y comisiones constitucionales y legales, y el tradicional discurso del jefe del Estado, Iván Duque, al Congreso, acompañado de sus ministros y la cúpula militar, se harán de forma virtual. A la hora que escribo esta columna, no se sabe aún, cómo va a ser el mecanismo de votación secreta para elegir las mesas directivas. Será, como dice Beto, “una parranda sin acordeón”.
La otra gran incógnita es cómo se van a manejar las sesiones en las comisiones, plenarias y el control político al gobierno. Una posible solución sería que las sesiones de las comisiones sean regionales, siempre y cuando sean integradas por congresistas de una misma región. Así, por ejemplo, los congresistas que viven en la Región Caribe, podrían sesionar de manera presencial en Barranquilla. Este sistema por lo menos ayudaría a descongestionar los trámites de los proyectos de ley en curso y los nuevos que se presenten.
Las plenarias pueden realizarse de manera virtual con votación presencial en las registradurías de cada ciudad para preservar el voto secreto. Acuérdense que se vienen dos elecciones muy importantes en esta legislatura. La de Procurador General de la Nación y Defensor del Pueblo. Dos “bocatos di cardinale” del poder burocrático que varios jefes políticos de los partidos tradicionales no quieren dejar escapar.
En medio de esta pandemia el Congreso tendrá la difícil tarea de discutir, tramitar y aprobar de manera online, reformas que no aguantan más dilatación, como las reformas a la justicia, política y régimen pensional. Además, tendrá el difícil reto de sacar adelante una reforma tributaria que pueda fondear los recursos al Presupuesto General de la Nación, ‘post covid-2021’. Ojalá y aprovechen la oportunidad para reducir los gastos de funcionamiento del Estado, empezando por eliminar la figura del vicepresidente y volver a tener la figura del designado a la Presidencia, quien sería elegido por el Congreso. Sigue habiendo demasiado derroche de dinero público en cargos que no se requieren y oficinas, vehículos y viajes que no se justifican.
Otro de los retos importantes de esta legislatura virtual, es saldar la deuda que tiene el Estado con los productores del campo. Los casi tres millones de agricultores y ganaderos están exigiendo del Congeso y el Gobierno, normas que les permitan titular sus predios y les faciliten el acceso al crédito de fomento, a nuevas tecnologías y capacitación gratuita. Desde este espacio he planteando varias veces la necesidad de diseñar una legislacion acorde con la realidad del país, teniendo en cuenta que las condiciones sociales, económicas y culturales son diferentes a las encontradas por el legislador a principios de la década del 90, cuando se expidió la legislación actual de este y otros sectores.