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Confusiones geográficas y prejuicios

Por: Imelda Daza Cotes
En mi columna del lunes pasado quise comentar un poco acerca de NÍGER, un país de África Occidental, donde recientemente los militares derrocaron al presidente Tandja sin que la opinión mundial se conmoviera mucho. Desafortunadamente, el contenido de mi escrito fue alterado por algún “duende” que confundido tal vez  por la similitud de los nombres, reemplazó a NÍGER por NIGERIA. Lamentable error porque se trata de dos países que aunque vecinos, son diferentes. Advertí del hecho a la dirección del diario y mi columna fue retirada de la red, pero supongo que en la edición impresa no fue posible rectificar. Quiero pues disculparme con los lectores y aclarar que todos mis comentarios se referían al sufrido NÍGER.
Este hecho me llevó a pensar en algo que ocurre con demasiada frecuencia en los países europeos, donde el desconocimiento por parte de muchos ciudadanos los lleva a unas confusiones geográficas impensadas, y en consecuencia los prejuicios abundan. Para empezar, creen que Latinoamérica es  un país, donde se habla castellano, se practica el catolicismo, la economía depende del sector agropecuario y hay muchos pobres. Es la definición más común. Otros europeos mejor  informados  o menos ignorantes saben que  América Latina está compuesta por un grupo de países pero no logran asociarlo al continente americano porque para muchos europeos América es sinónimo de Estados Unidos y americanos llaman a los habitantes de ese país. Según eso, los latinoamericanos no somos americanos, somos apenas ciudadanos de unas “repúblicas bananeras”, que es la forma peyorativa de definir a países atrasados, políticamente inestables, corruptos y gobernados por dictadorzuelos muy ligados y sometidos a poderes extranjeros. Se cree que Brasil es sólo carnaval y Colombia es sinónimo de cocaína y café. Y ni hablar de los nombres de los países y sus capitales. Los confunden todos.
Hay ocasiones en las que uno siente vergüenza ajena cuando le preguntan si la capital de Colombia es Buenos Aires o Caracas,  o si los bananos de Chile son mejores que los de Méjico.
Exactamente lo mismo ocurre con el continente africano. También África es visto como un país grande y extenso, pero un país. Se habla de los africanos como un grupo estrictamente homogéneo, sin precisar que las diferencias entre Suráfrica y Marruecos pueden ser tan grandes como las que hay entre Portugal y Noruega. Los europeos veranean todo el año en Las Canarias, sin enterarse de que las islas están en África. Para el común de los europeos, los africanos son todos muy pobres, negros por supuesto e ignorantes. Es el estereotipo. Además se tiene la sensación de que África está muy distante de Europa, siendo que a los dos continentes los separa apenas el mar Mediterráneo, que se cruza en una hora de vuelo en el punto más lejano.
Tampoco en Latinoamérica hay mucha preocupación por identificar mejor los países africanos. Prueba de ello es la confusión de  los nombres Níger  y Nigeria. Quizás muy pocos conocen de las grandes similitudes entre Namibia y Colombia, y ni qué hablar de los nexos genéticos y de la historia común entre africanos y latinoamericanos, dos pueblos condenados, como bien dice Eduardo Galeano, a la amnesia, por una historia oficial enferma  de racismo, de machismo, de elitismo y de militarismo
Es evidente que las varias décadas de aperturas comerciales, de trasnacionales y de grandes capitales volando por  el mundo globalizado, no han acercado a los pueblos. La aldea global sigue polarizada. América Latina y África deben buscarse y acercarse para resolver problemas comunes y trabajar  por un mundo mejor, con menos abismos y más solidaridad.
Nota: Un dato curioso. Una de las muchas poblaciones de Níger es la comunidad de los DAZA, compuesta por unas 350.000 personas  de rasgos caucásicos y de carácter belicoso; habitan el norte de Chad, el sur de Níger y algunas aldeas de Nigeria

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