“Escudriñad las Escrituras… ellas son las que dan testimonio de mí”. San Juan 5,39
Podemos describir el trasfondo de un relato para mostrar que es parte de una historia mucho más englobante acerca de Dios y su relación con Israel y la Iglesia Apostólica y señalar que ese relato finalmente nos lleva a Cristo. La pregunta relevante debe ser: ¿Cómo se aplica esa historia a mi situación particular? ¿qué significa que detrás de cada historia se vislumbre la persona de Jesús?
Podemos establecer una conexión con Cristo a través de las promesas. Toda la Escritura tiene como destino y como propósito a Cristo, prometido en el Antiguo y cumplido en el Nuevo. La Biblia como un todo es una historia de cumplimiento redentor. El Antiguo Pacto se mueve hacia el momento en el que Dios cumplirá su promesa de redimir al mundo y el Nuevo Pacto muestra cómo lo logró a través de Cristo Jesús.
También podemos hacer conexión a través de las analogías. Dios actúa de manera que le son típicas, de tal modo que quienes le conocen, reconocen sus acciones, sus patrones y similitudes. Reconocen la manera en que actuaba en una situación u otra. Dios es el mismo, ayer, hoy y por los siglos. Así que, quienes lo vieron actuar en el pasado, pueden reconocerlo en el presente y tener la certeza que lo seguirá haciendo en el futuro. Igual pasa con los contrastes. Las historias acerca de la justicia de Dios se contrastan con la maldición que Jesús llevó sobre sus hombros para recibir todo el peso del justo juicio de Dios.
Amados amigos, cuando estudiamos cualquier pasaje de la Escritura, debemos preguntarnos que respuestas demandó ese texto en su tiempo. ¿Qué era lo que el autor del texto esperaba que sus lectores originales hicieran? ¿Cuál fue el propósito de ese texto cuando se escribió y se leyó en el pueblo de Dios? Así mismo, nosotros como lectores contemporáneos, debemos responder la demanda del texto. Dios habla a través de relatos, leyes, profetas, salmos y hombres sabios; toda esa variedad apela a una amplia gama de respuestas: Confianza, perseverancia, alegría, dolor, arrepentimiento, vida recta o algún aspecto específico de obediencia a la voluntad de Dios.
Por último, nuestra conexión principal es a través del Evangelio de la Gracia. En ocasiones nuestra respuesta a las demandas Escriturales es nula, de ahí que, con la ayuda del Espíritu Santo busquemos reflejar aquello que el texto mismo busca producir, no con nuestras fuerzas ni con la confianza en las capacidades, sino con la mirada puesta en Jesús, autor y consumador de nuestra fe.
Puesto que todos estamos en condición de fallar delante de Dios, necesitamos reconocer la Gracia y el poder de Dios que llena nuestros vacíos y suple nuestros faltantes y que solo viene por el Evangelio. En resumidas cuentas: ¡De eso se trata todo el relato de la Biblia!
Establecida la conexión con Cristo y el Evangelio de su Gracia que genera en nosotros la respuesta correcta en la practica de nuestra fe, en arrepentimiento y obediencia; solamente me resta invitar a que mediante el poder del Espíritu que mora en nosotros, vivamos vidas transformadas que den prueba de frutos y de fe en el Evangelio. Corolario: ¡Conectémonos con Cristo y el poder de su Gracia!
Un fuerte abrazo y muchas bendiciones del Señor.