Entre Otras Cosas…
Por: Dario Arregoces
Recientes noticias de prensa, dan cuenta de la reacción violenta de un grupo numeroso de personas, que tomándose la justicia por su mano, intentan linchar a personas señaladas de ser “violadores sexuales”.
Con lo de Ciudad Bolívar, comuna situada al sur de la capital de la república, suman tres los casos ocurridos en menos de una semana, en donde la enardecida muchedumbre se da a la tarea de perseguir al “transgresor” hasta su propia residencia y proceden a atacar su vivienda con piedras y palos, exigiendo la entrega del señalado agresor sexual.
La policía, en estricto cumplimiento de su deber legal, interviene para apaciguar los ánimos de la muchedumbre, y brindar protección al señalado violador, poniéndolo a disposición de la autoridad competente. Para lo cual en ocasiones se vale de “trucos” tales como vestirlo con el uniforme de la Policía, a fin de despistar a sus eventuales agresores.
Analizados los casos, en donde se presenta conato de linchamientos, tenemos varios elementos comunes a saber: i) Los hechos se suceden en comunas o barriadas de estrato económico bajo. Lo que en manera alguna significa, que en los estratos altos no ocurran estos delitos, solo que la reacción es diferente. ii) El hecho se produce por la comisión de delitos sexuales. Es decir el detonante que llama a la reacción solidaria, se da frente a este tipo de conductas. No ocurre lo mismo con el raponazo, atraco a mano armado etc. En donde prima la indiferencia, cuando no la tolerancia. iii) Por lo general este tipo de reacción grupal, se produce, por un alto grado de desconfianza en las autoridades legítimamente constituidas. Este factor es altamente preocupante porque erosiona la confianza que los ciudadanos deben tener en sus autoridades llámese: Policía, Fiscalía, Juzgado, Procuraduría etc.
El artículo 95 de la Carta Política, nos habla de que son deberes cívicos, y políticos, el de respetar y apoyar a las autoridades democráticas, legítimamente constituidas para mantener la independencia y la integridad nacionales, además de respetar los derechos propios y ajenos y colaborar para el buen funcionamiento de la justicia.
Cuando el ciudadano no acata la Ley y sus procedimientos, es la primera manifestación de deslegitimación de la autoridad, quedando a las puertas del caos social y la anarquía.
Los conatos de linchamiento a personas señaladas de cometer delitos sexuales, son pues un campanazo de alerta del crónico deterioro del principio de autoridad, sobre el que se sustenta el Derecho en su sentido más elemental, concebido como el conjunto de normas obligatorias en una comunidad y respaldadas con una sanción en caso de ser transgredida por los asociados.
En su obra El juez, Rudolf Stammler, expresa enfáticamente, que “hasta hoy nadie ha conseguido descubrir un pueblo sin derecho”. Pero no es menos cierto que sí el derecho viene acompañado de situaciones tales como la impunidad, o la aplicación de una justicia selectiva, discriminatoria, onerosa tardía y corrupta, puesta lejos del ciudadano del común, entonces la respuesta social no se hace esperar.
LA FRASE DE CIERRE:
“Sí bien la justicia representa el criterio axiológico que debe inspirar el derecho y si bien este no quedará justificado sino en la medida en que se cumplan las exigencias de tales valores, sin embargo el derecho no ha nacido en la vida humana por virtud del deseo de rendir culto u homenaje a la idea de justicia, sino para colmar una ineludible urgencia de seguridad y de certeza en la vida social,” Recanséns Siches.-
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