Con solo 24 años, Álvaro Doria Álvarez es el creador de una empresa y fundación encargadas del reciclaje, capacitación de recicladores y creación de artículos en ‘madera plástica’.
El joven, egresado de Ingeniería Civil de la Fundación Universitaria del Área Andina sede Valledupar, inició hace tres años con un trabajo que se inspiró en un proyecto del ingeniero John Berrio, quien expuso sobre el tema en el Primer Congreso de Ingeniería Civil en Valledupar, cuyo tema central era las ciudades sostenibles. A partir de allí, junto con un grupo de compañeros, comenzaron a idear la forma de aportarle positivamente al mundo.
“Éramos cinco estudiantes los que armamos un proyecto, pero en plena etapa de graduación todos comenzaron a ver a otros horizontes; de las cinco personas nada más quede yo. Es muy difícil emprender porque el medio no deja, estamos mentalizados en graduarnos y conseguir empleo, cambiar ese chip es muy complicado”, comentó el ingeniero.
En medio del proceso, Álvaro conoció a Claudia González y Gustavo Piedrahita quienes se convirtieron en sus socios, con el apoyo de ellos pudo potencializar el proyecto. Iniciaron con la inversión en tecnología por medio de maquinarias que facilitaran el proceso. Además alquilaron una bodega en el barrio La Granja que es donde hacen todo el trabajo, y finalmente iniciaron con la tarea de reciclaje de plástico.
“En el proceso que nosotros mismos realizamos de recolección le preguntábamos a los recicladores cómo sabían que el plástico que reciclaban realmente era apto para esta actividad, y ellos no tenían respuesta, por eso pensamos en la creación de una fundación que se dedicara no solo a recolectar sino a capacitar”, afirmó.
La fundación inició con proyectos en municipios como Manaure, en donde trabajan con habitantes en la recolección de material reciclable, allá mismo lo trituran y ya estando listo lo trasladan a Valledupar para fundirlo y darle el uso necesario.
El objetivo del trabajo de Doria es cerrar el círculo del plástico llevando a su proyecto a ser sostenible y convirtiéndolo en economía circular. El tema del uso del plástico cada día preocupa más, ya que el proceso de biodegradación de este material hace que con el tiempo se vaya descomponiendo en partículas muy pequeñas hasta el punto que se filtra en las cadenas alimenticias de los ecosistemas, algo grave ya que los alimentos y el de los animales puede tener residuos de este material.
“El gran problema del plástico no es su larga vida útil si no el uso que se le da, nosotros le damos una aplicación de un solo uso y a la caneca. O cambiamos nuestros patrones de consumo o cambiamos lo que consumimos; es muy difícil cambiar los patrones de consumo porque la gente está muy acostumbrada a la comodidad, pero si cambiamos lo que consumimos se convierte en una solución factible porque la madera plástica desestimula el uso de la madera y además utilizamos un plástico que estamos recuperando”, enfatizó.