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Con la resurrección, empieza la Pascua y termina la Semana Santa

Al encender el fuego y con luz de velas se evocó la victoria de la luz sobre la oscuridad que logró Jesucristo con la resurrección.

Cientos de feligreses de la iglesia católica le dan la bienvenida a la Pascua, que es el paso de la muerte a la vida, y del pecado a la redención. Esta conmemoración se dio de manera oficial a través de la Vigilia Pascual, considerada la fiesta más importante de los católicos porque se rememora la resurrección de Jesucristo, la cual se efectuó la anoche, hasta las 12:00 a.m.

“Como dice el apóstol San Pablo, si Cristo no ha resucitado nuestra fe no tendría sentido. En la Vigilia Pascual nos congregamos los católicos en distintos templos para celebrar de la mejor manera posible este acontecimiento de salvación”, explicó el párroco de la catedral ‘Nuestra Señora del Rosario’, José Enrique Muñoz.

La Vigilia, que significa pasar “una noche en vela”, cobra un sentido especial en la víspera pascual porque recuerda el pasaje bíblico (Mc 16:01), en el que un grupo de mujeres llegan al sepulcro para terminar de embalsamar a Jesús, pero no encuentran su cuerpo. Luego, un ángel se aparece y les dice: “¿Buscan a Jesús el Nazareno? No está aquí. Ha resucitado. Decidles a sus discípulos que vayan a Galilea y allí lo verán” (Mt 28, 6).

Las raíces de esta celebración están en la Pascua Judía, que era la fiesta que conmemoraba la liberación del pueblo de Dios de la esclavitud de Egipto cuando el ángel terminador exterminará a todos los primogénitos de familias que no tengan una señal de la sangre de cordero en sus puertas. Posteriormente Cristo se ofrece como cordero del sacrificio, donde entrega su cuerpo y sangre por toda la humanidad. “Al celebrar la muerte no se queda en sepulcro, sino que se levanta con poder y gloria, resucitado y vivo. Ese es el gran motivo de fiesta que tenemos porque ha vencido el pecado y la muerte”, acotó el presbítero.

Ritos

La ceremonia de ayer se fundamentó tres momentos: el lucernario, ceremonia donde se prende el fuego y se enciende el Cirio Pascual, que evoca a Cristo resucitado; luego se prendió el Gran Pregón Pascual, que representa el grito de gloria y de júbilo de la resurrección de Cristo; la liturgia de la palabra, que es más extensa que las demás eucaristías, amenizada con salmos, cantos y oraciones.

Luego se le dio paso a la liturgia bautismal, donde se bautizaron los niños que se prepararon para ser cristianos; más adelante se bendijo el agua, con el que fueron asperjados todos los fieles para renovar su compromiso bautismal, precedidos de la renuncia del pecado y la profesión de fe; la liturgia eucarística, donde todos comen del mismo cordero que se ha inmolado, que es Jesucristo el Señor.

Al respecto, Muñoz subrayó que “lo más importante no son los signos ni los ritos, lo fundamental tiene que ser que cada cristiano se decida a resucitar; es decir, empezar una nueva vida con Cristo. El hermano que estaba en los vicios, debe salir de ellos; el que andaba en vida corrupta, que cambie; el que está en pecado, que lo abandone… La invitación es que se tenga una nueva vida en Cristo Jesús”.

Para tener en cuenta
El tiempo pascual comprende cincuenta días (en griego “pentecostés”, vividos y celebrados como un solo día: “los cincuenta días que median entre el domingo de la Resurrección hasta el Domingo de Pentecostés, que de acuerdo a los párrocos, se han de celebrar con alegría y júbilo, como si se tratara de un solo y único día festivo, como un gran domingo”.

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