Hace unos meses nos emocionamos con la iniciativa de la Contraloría General de La República de iniciar un proceso de sensibilización y en primer lugar un compromiso institucional con el río Cesar y su cuenca. La Contraloría convocó a un evento previo de unos grupos de participación que recogieron puntos claves y luego llamó a las instituciones públicas a participar de una extensa jornada, como las gobernaciones, las Corporaciones de Guajira, Cesar y Magdalena; las alcaldías de Guajira y Cesar y del Magdalena; el municipio de El Banco, y uno a uno fueron pasando a rendir públicamente información sobre sus planes y programas que incorporan el río; que recorre algunos municipios de La Guajira y del Cesar también.
Quedaron claras sus problemáticas como el mal uso de sus aguas, por actividades humanas y del agro, las descargas de nocivas aguas residuales sin adecuado tratamiento como las de Valledupar, sin desconocer a otros municipios, la deforestación de su cauce, su afectación con la minería que extrae materiales para la construcción, las dificultades de los pescadores y la problemática de La Ciénaga de Zapatosa, principalmente. También se expusieron preocupaciones sobre la actividad minero-energética.
Este ejercicio fue una oportunidad de integración de los departamentos, apuesta que hicimos en EL PILÓN hace más de un año al convocar el foro sobre La Guajira, con estamentos civiles y productivos, y que posteriormente los gobernadores elegidos Luis Alberto Monsalvo y Nemesio Roys rubricaron en un acuerdo de colaboración con sus respectivos gabinetes, haciéndolo parte de la agenda del sector público. En esos procesos de reuniones y entendimientos de cesarenses y guajiros uno de los temas fundamentales fue el del medio ambiente y en el La Sierra Nevada y el río Cesar se consideraron de primer orden.
Un motivo más para caminarle en informes y editoriales a la causa del Río, que en sentido lógico también atendía la necesidad de abordar la complejidad de la preservación del Guatapurí como importante afluente que desemboca sus aguas arriba del puente Salguero.
De allí debía salir un documento que aún no hemos conocido de balance de la importante tarea participativa adelantada con las entidades públicas en cabeza de la activa profesional coterránea Marta Luquez, del área de participación ciudadana de la Contraloría General.
Han pasado los meses y será que se olvidaron del río, después de anunciar que habían desarrollado unos modelos efectivos en ríos como el de Bogotá.
No se puede aducir la pandemia para no retomar el proceso y, si hay alguna explicación debe dársele a los pueblos del Cesar y La Guajira y a las miles de familias que se sirven del río.
En esa materia lo mucho que se podría hacer es poco dado el deterioro de las fuentes hídricas que no debe dar lugar a engaños por el hecho temporal y actual de que haya una creciente producto del estacional y cíclico invierno. Tal vez anestesie a sectores ambientales y vinculados a la actividad de la agricultura y la ganadería pero no por ello nos debemos quedar con los crespos hechos.