Se ha venido insistiendo que la educación ambiental tiene que llegar a los países del Tercer Mundo, que debe estar vinculada a planteamiento estratégicos de desarrollo sostenible, entendiéndolo como una propuesta de progreso que no ponga en peligro la capacidad de carga de los sistemas naturales. Este tipo de planteamiento puede ser entendido como una advertencia del Primer Mundo a estos países para que orienten su desarrollo más en una dirección de reducción del consumo y los recursos y para que limiten su crecimiento de población.
No obstante, según el parecer de muchos y el nuestro, una de las escasas opciones para evitar la insostenibilidad de su desarrollo es precisamente el cambio de nuestro modelo, el del Primer Mundo, de manera que éste pueda ser copiado. Este tipo de planteamiento pone de manifiesto que, en último término, los modelos de producción de los países del Tercer Mundo serán a mediano plazo un calco de los nuestros. En la agenda 21 (instrumento de gestión que surge del programa global para el desarrollo sostenible en el siglo 21, según el programa ONU para el medio ambiente y desarrollo sostenible celebrada en Río de Janeiro en junio de 1992) se proclama que los modelos de consumo no sostenibles suponen un grave empeoramiento en la capacidad de supervivencia humana en nuestro planeta. En la Cumbre de la Tierra, de la que surgió la Agenda 21, se puso bastante en claro que el estilo de vida de los países del Norte no era sostenible, si sostenibilidad significaba que los estilos de vida respectivos y los índices de consumo podían ser copiados por toda la población mundial. Como ya se ha dicho, si ello ocurriera la capacidad de carga del planeta no lo soportaría.
Actualmente nos encontramos en una época histórica de saludable, necesarias y humanas solidaridades pero a menudo, en materia ambiental, se roza con posiciones insinceras, caracterizadas por la capacidad para consternarnos por problemas lejanos y quedarnos más o menos indiferentes ante los problemas ambientales del entorno inmediato, sobre todo en lo que puede significar compromiso o esfuerzo personal. Se produce un evidente escapismo ambiental en el sentido de que nos es más fácil solidarizarnos con la Amazonía o la Antártida por citar algunos ejemplos, suscribiendo el documento o manifiesto de turno y pagando la correspondiente cuota anual a la ONG respectiva, que movilizarnos ante la contaminación del río que atraviesa nuestro pueblo y adoptar una postura no pasiva que requiera esfuerzo y compromiso.
Estamos convencidos de que la mejor manera de plantear una solidaridad ambiental sincera y solidaria es pensando globalmente y actuando localmente.
NOTA: ¿Cuándo tendrá Valledupar decretado el pico y placa para el tránsito de las motos y así mejorar la movilidad?