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Compromiso de todos

Esta semana estuve dictando una charla sobre política de crédito agroindustrial a estudiantes de la facultad de economía de la Universidad de los Andes, y me llamó mucho la atención el gran interés de los jóvenes en los negocios de producción, transformación y comercialización de alimentos.

En realidad, no entiendo por qué en las principales universidades privadas del país, no existen facultades que ayuden a formar profesionalmente a los jóvenes en desarrollo de negocios agroindustriales y comercio internacional de alimentos, teniendo una enorme demanda laboral en estos sectores, por aquello de la  globalización de la economía.

Además, de motivar a los jóvenes a crear empresas y nuevos emprendimientos tecnológicos, aprovechando el boom de la IA y el internet de las cosas. Igualmente, sucede en los colegios privados de las ciudades capitales. La mayoría de estos jóvenes se vinieron a enterar del algodón, la cebada o el cacao, por los copitos Johnsons, las cervezas y el chocolate. Los pocos que se vinculan a estos agros negocios, lo hacen por tradición o herencia familiar.

En las escuelas de los municipios rurales del país, la cosa es peor. Gran parte de los contenidos enseñados en esas escuelas rurales son excesivamente teóricos y distorsionados a las necesidades de vida y de trabajo en sus zonas. En dichas escuelas se aburre a los jóvenes memorizando temas de escasa relevancia y no se les enseña en forma creativa y práctica, lo que realmente necesitan aprender para volverse emprendedores. De esas escuelas siguen egresando generaciones de futuros agricultores con bajísima autoestima, sin los conocimientos, actitudes y valores que necesitan para ser eficientes en sus agros negocios, tutores de sus hijos y protagonistas en las soluciones de los problemas en sus comunidades. 

Claramente, la principal causa del subdesarrollo rural en Colombia, es la insuficiencia de los conocimientos que tienen nuestros jóvenes rurales, porque los padres de familia no tienen las condiciones de enseñar a sus hijos, aquello que ellos mismos, jamás tuvieron la oportunidad de aprender. El Censo Nacional Agropecuario realizado por el DANE, en el año 2014, reveló que el 72,6% de los jóvenes rurales de 17 a 24 años, no asisten a educación y que el 89% de los productores del campo, dijeron no haber recibido en su vida una capacitación del Estado, en buenas prácticas agrícolas, ganaderas o forestal. Para la mayoría de estos jóvenes campesinos, el acceso a nuevos conocimientos es la única oportunidad en sus vidas de adquirir las competencias que les permitirían eliminar las principales causas internas del subdesarrollo rural. 

Las universidades y colegios privados del país, están en mora de instituir en sus facultades o programas académicos, carreras y asignaturas, que transfieran conocimientos en desarrollo de negocios agroindustriales. En nuestra compañía, por ejemplo, estamos implementando un desarrollo tecnológico para llevar a los campesinos vía internet, contenidos útiles que ellos puedan aplicar en la corrección de sus propias ineficiencias, evitando así, desplazamientos innecesarios y contribuyendo a hacer más rentables y competitivos sus agros negocios. La transferencia de conocimientos al sector rural debe ser un compromiso de todos. *Consultor en crédito de fomento agrícola.

Por: Indalecio Dangond

Categories: Columnista
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