Pensar en una renegociación de los acuerdos parecía descabellado y frente a la magnanimidad de lo que contenía lo elaborado en La Habana se creía una ficción que la guerrilla de las Farc renunciaran a tanto para complacer a sectores en oposición; pero la decisión que se impuso fue la del NO y debemos aceptarlo, un triunfo de la democracia aunque sea frase trillada, ahora el país y sus líderes deben buscar la forma de no perder lo construido hasta ahora en esta campaña por la paz.
Mi voto fue abiertamente por el SÍ, un voto con un solo propósito: la búsqueda de la paz, no era un voto por Santos, pero tampoco era un voto contra Uribe, era un voto por Colombia. Quienes votaron por el NO también quieren la paz y así se debe admitir; es el momento para que las Farc entiendan que no es fácil, después de tantos años de secuestros, homicidios, masacres, extorsiones y otros crímenes, pretender que todo un país desmaye con sus discursos cargados de cinismo, no es fácil escuchar a Jesús Santrich desafiando las instituciones, no es fácil ver a Romaña, el paisa, Pablo Catatumbo, hablar con tanta frialdad demostrando que no entienden la realidad de una sociedad cansada de sus abusos y es por eso que los del NO tenían razón en oponerse a puntos tan sensibles del acuerdo como la participación en política y el Sistema Integral de Verdad, Justicia y No Repetición.
La campaña del SÍ no tuvo ese líder que lograra conectarse con los ciudadano en forma masiva, Humberto De la Calle un caballero, la cabeza del grupo negociador de gobierno, logró conducir las cosas de la mejor manera posible, pero el presidente tal vez por confiado o ciego por la arrogancia provocaba retrocesos en el proceso, ejemplo claro al decir que preguntaba lo que le diera la gana o que la guerrilla estaría dispuesta a una guerra urbana, fueron pasos innecesarios que le cobraron en las urnas. Se desnudó también el torpe liderazgo en las regiones, lo escribí una vez y lo repito, ni el senador ni los representantes cesarenses lograron transmitir un sólido mensaje de paz, solo discursos vacios y fotos en las redes sociales, pero nada de eso se traducía en hechos verdaderos de paz o explicaciones profundas de lo que le esperaba a Colombia si se aprobaban los acuerdos, no lo hicieron porque su proselitismo es la de compra de votos, compra de líderes, presión burocrática y por eso en temas como la paz no tienen credibilidad, precisamente porque su politiquería es una de las causas de este conflicto, como tampoco en el municipio teníamos un promotor o coordinador visible de la paz y se designa a un ilustre desconocido para que abandere una lucha en la que no representa nada y no significa nada, cosa distinta si se escogiera a personas cuya sola presencia garantizara la difusión de un mensaje claro y directo sin necesidad del desperdicio de los recursos públicos.
La agresividad del SÍ fue determinante para su derrota, un suicidio, subestimar o menospreciar a quienes se inclinaban por el NO era una absoluta contradicción, no puedo hablar de paz y tratar de explicar las bondades de un acuerdo con un grupo armado, si para hacer eso grito e insulto a mi vecino que tiene reservas válidas sobre el acuerdo.
Sólo esperemos que todos entiendan lo sensible de este momento, no bajemos los brazos, si existe una verdadera voluntad de paz de la guerrilla, utilizarán esta coyuntura para involucrarse con esa Colombia que las quiere ver con gestos auténticos pidiendo perdón, sin actitudes retadoras que no permiten que su disposición de paz sea creíble.