Por Jairo Franco Salas
La apuesta más certera para el desarrollo y equidad de los pueblos es a través de una apertura al cambio o transformación; el factor que constituye una verdadera prioridad con coherencia, decisiones firmes, libres de corrupción y clientelismo, puesto que el sistema que excluye no favorece al desarrollo, de allí que construir una pirámide de oportunidades, permite el ingreso con grandes sueños, sueños que quedan truncados ante las enormes brechas de un país tan desigual como Colombia, donde los servicios públicos no son prontos ni oportunos; la educación empeorando y la salud tambaleando; se hace conveniente un sistema sin el asomo de impunidad, que despierte conciencia entre los actores, un proceso que genere confianza en políticas de todas las áreas: Salud, educación, deportes y apoyo al desarrollo familiar; la educación debe ser el fundamento esencial y prioritario en la constitución de cualquier país justo y solidario.
La percepción ciudadana refleja un diagnóstico generalizado sobre estos procesos de desarrollo social, sus falencias, sus ventajas y lo más importante la resolución de los problemas existentes, dando credibilidad a una alternativa de carácter pragmático orientado a proyectar cambios con fundamento en la transformación social, mediante voluntad política para ejecutar, concertar y decidir con templanza y firmeza las decisiones de los hechos.
Es menester en este sentido la adopción de una sostenida campaña de concientización acerca de los problemas que acusamos y nos afectan de manera grave; ello obliga además de exigir respuestas entre otras acciones a reclamar por un saneamiento totalizador, solicitar y se genere instancias de difusión. A pesar de la gravedad de los problemas y la magnitud de los mismos, no se vislumbran soluciones integrales radicales y mucho menos se ejecutan iniciativas que remedien, así sea parcialmente las vicisitudes; necesitamos con prontitud soluciones de fondo entre otras mayor dinamismo de crecimiento urbano, inversión y mantenimiento de estructuras, al igual que el fortalecimiento del talento humano en todas sus potencialidades.
Necesitamos una sociedad combativa, consciente, con fuerza empoderadora, amiga del emprendimiento y ejecutora; una sociedad sin debilidades, sin odios, ni egoísmos, con conciencia de pertenencia y responsabilidad social.
Sociedad que encauce al país por una senda con equidad, convergencia democrática para presentar una alternativa promisoria, que incorpore la inconformidad del ciudadano de a pie, que destrabe el impedimento y frene los debates innecesarios sin sustento o fundamento, por el contrario que profundice, acelere y de batalla a fondo en la transformación de un modelo democrático, ético, armonioso e incluyente.