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Entre compadres del vallenato

A propósito de la columna de Ignacio Cantillo Vásquez, que bueno que un profesional de otro ramo distinto a la música exprese su opinión sobre la situación del vallenato clásico tradicional, hay centenares de niños en las escuelas de aprendizaje de acordeón en la costa Caribe y parte del interior del país, Venezuela y México, para los que en 30 años la mayoría de nosotros solo seremos un recuerdo. Los niños de siete y ocho años hoy en día, son los que dentro de 10 años van a preguntar: ¿Papi y quiénes fueron los que inventaron esta música? Entonces ellos buscarán sus raíces sin avergonzarse: “La música no tiene tiempo ni espacio”.

Cantillo tiene razón, las dos corrientes deben coexistir, me alegra que alguien coincida conmigo, ya yo había dicho: el que crea que hay que aplastar a la nueva ola para que solo exista el vallenato clásico tradicional está mal y el que quiera dejar en el cuarto del olvido todo un patrimonio está peor; el equilibrio está en la experiencia y la juventud eso, es inherente a la sociología del ser humano; lo único que empaña la cosa es que los jóvenes dejaron de lado los cuatro aires y cantarle bonito a nuestras mujeres. Por eso se pueden criticar con respeto, por supuesto. Pero prohibir, no. Si ellos mejoran la calidad de sus letras nos va súper bien a todos.

En diciembre me preguntaron para un diario regional ¿Qué opinaba yo de las nuevas canciones? y ¿por qué ya no se hacían canciones como las clásicas? di mi opinión. Pero luego mi respuesta fue sacada de contexto y colocada al lado de una del escritor Jacobo solano, en la cual el da su opinión sobre la nueva generación. El artista de la fotografía difiere de mí opinión, sin que esto quiera decir que él no tenga su razones y de pasó colocaron la del maestro Iván Ovalle y quedábamos allí los tres en contra de la nueva ola; yo no estoy en contra de un cantante como ‘El Mono’ Zabaleta, a quien admiro porque tiene el sabor vallenato, así él se incline por la nueva ola, el señor Orlando Liñán me ha interpretado y muy bien, somos amigos, compartí su estelar en la novela de ‘El Cacique’ con un modesto papel de médico del pueblo, admiro al pelao, él me aprecia y me respeta como maestro de la composición.

Señor abogado consultor usted dio en el blanco: las dos corrientes tienen que interactuar, a quién se le ocurre que hay que borrar de un tajo, a la nueva ola, por proponer cosas nuevas, el plan de salvaguardia es para proteger la música tradicional vallenata, una vez dije: El que crea que atacando a los pelaos está defendiendo al vallenato esta equivocado. Jorge Celedón dice: “Dígalo cantando” por ahí es la cosa.

¿Qué es lo que hay que conservar mediante la trasmisión de saberes? No es solamente enseñar en las escuelas a tocar caja guacharaca y acordeón, también es enseñar a componer paseo, son, merengue y puya; es cuento chimbo decir: “A componer no se enseña”. Entonces a tocar un instrumento tampoco, si la materia prima es buena ¡Aprende! En cuanto a los arreglos mientras se conserven los dos elementos (literatura y música), el vallenato puede asimilar y adaptar armonías, formas, estilos de otras músicas que enriquezcan a la nuestra; eso sí, conservando la identidad, todas las músicas que han trascendido mundialmente han aplicado esa fórmula.

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Rosendo Romero Ospino: