Por: Indalecio Dangond Baquero
Pese a que la caída del dólar estaba pronosticada, fueron pocos los exportadores del agro que tomaron precauciones, el resto se encuentran en una situación económica difícil por falta de información y conocimientos que no dominan sobre opciones de manejo financiero que seguramente les hubiera permitido minimizar sus riesgos. Ya no basta en especializarse en producción y calidad, sino también, en gestión financiera y líneas de crédito.
Aquí el tema es que los empresarios del campo no tienen claro que hay medidas e instrumentos que se pueden aplicar para estar mejor parados ante estos vaivenes. Los exportadores en general, no tienen una visión muy técnica respecto de la volatilidad cambiaria. Siempre andan buscando la ayuda del Estado, en vez de manejar el riesgo cambiario con herramientas que el sistema financiero nacional e internacional está ofreciendo. En gran parte fue esto lo que llevó a que el agro se resintiera fuertemente ante la anunciada caída del dólar.
Pero más que llorar por algo sobre lo que no se tiene control, la pregunta que queda sobre la mesa es ¿cómo subsistir con un dólar por debajo de los 1.900 pesos? Especialmente porque los expertos vienen advirtiendo desde hace rato que estos valores llegaron para quedarse.?
El Gobierno Nacional ya anunció siete medidas para aliviar esta revaluación, entre las que se encuentran, una disminución de los aranceles de importación del 12.2% al 8.2% que busca reducir los costos de producción del sector agropecuario (sobre todo en insumos, fertilizantes, maquinaria agrícola y equipos para la infraestructura de riego) y una línea Finagro hasta por 50 mil millones de pesos para hacer coberturas cambiarias para minimizar los riesgos del sector agro exportador. Para los que no están familiarizados con el tema, la cobertura cambiaria permite realizar operaciones futuras con el tipo de cambio deseado, con lo cual se logra mejor planeación financiera.
Como en este país estamos acostumbrados a ver qué – hecha la ley, hecha la trampa-, es conveniente que el ministerio de agricultura implante un esquema de capacitación, monitoreo y control de estas medidas, para evitar que estos beneficios se queden en los bolsillos de unos cuantas empresas que intermedian la comercialización de la producción, distribuyen los insumos agrícolas y asesoran los tramites financieros. En el caso de las coberturas se puede presentar la situación del incentivo a la cobertura cambiaria del 2004, donde algunos exportadores buscaron la manera de beneficiarse del incentivo sin cubrirse contra el riesgo cambiario.
Para librarnos en alguna medida de la dependencia del dólar se hace necesario establecer una política de Estado que ayude a dar estabilidad a los productores ante los vaivenes de la divisa norteamericana. Qué bueno sería, por ejemplo, que la Comisión Nacional de Crédito Agropecuario aprobara una línea de crédito de fomento agropecuario en dólares, tanto para capital de trabajo como para inversión, los cuales implican una cobertura natural.
Este tipo de medidas sumada a una política de fomento a la inversión, fortalecimiento en la implementación de sistemas de riego tecnificado, establecimiento de una tarifa económica para la energía rural y la formulación de nuevos mecanismos de crédito, nos daría una posibilidad real de convertirnos en una potencia agroalimentaria. La clave para fortalecer la situación de los productores y exportadores y cumplir el propósito de ser potencia agroalimentaria, es tomar cartas en el asunto ¡ya!