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¿Cómo mueren las democracias?

A propósito de las marchas ciudadanas desarrolladas la última semana en Colombia, vale la pena recordar a Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, profesores e investigadores de la universidad de Harvard, los cuales realizan un análisis en su libro ‘Cómo mueren las democracias’, resaltando las distintas causas que llevan a que una democracia desaparezca o se destruya. Así mismo, ofrecen una variedad de recetas o remedios para protegerla frente al considerado populismo global. 

Gran parte del libro está dedicado a la situación de los procesos políticos y electorales de Estados Unidos, muy relacionado con  la forma de gobernar del expresidente Donald Trump, sin embargo, no descuidan el estudio de casos sucedidos en la Alemania de Hitler, el Perú de Fujimori, la Argentina de Perón y la Venezuela de Hugo Chávez.

Basados en esas investigaciones y análisis, los profesores expertos en democracia y autoritarismo procuran responder el siguiente interrogante: ¿Cómo se identifica entonces el autoritarismo en políticos que no tienen un historial antidemocrático evidente? Para responder a esta cuestión se remiten al politólogo alemán Juan Linz, quien consagró gran parte de su carrera profesional a intentar entender cómo mueren las democracias. Muchas de las conclusiones de Linz pueden ser consultadas en su libro titulado ‘La quiebra de las democracias’, publicado en 1978. 

A partir del trabajo de Linz, los profesores Steven Levitsky y Daniel Ziblatt lograron concebir cuatro señales de advertencia conductuales que pueden ayudar a identificar a una persona autoritaria cuando la tenemos delante. De ese modo explican los autores que debemos preocuparnos en serio cuando un político se comporta de la siguiente forma: 

Rechaza, ya sea de palabra o mediante acciones las reglas democráticas del juego; niega la legitimidad de sus oponentes; tolera o alienta la violencia o indica su voluntad de restringir las libertades civiles de sus opositores, incluidos los medios de comunicación. 

Resulta imperativo destacar que el populismo no tiene distinción ni diferenciación ideológica, en ambos casos resaltan los profesores de Harvard, que los populistas suelen ser políticos antisistema, figuras que afirman representar la voz del pueblo y que libran una guerra contra lo que describen como una elite corrupta y conspiradora. Los populistas tienden a negar la legitimidad de los partidos establecidos, a quienes atacan tildándolos de antidemocráticos o incluso antipatrióticos. 

Las indicaciones, análisis y recetas o remedios considero deben ser valoradas en Colombia, aquí nos hemos acostumbrado a privilegiar la aparición de figuras que representan la salvación para enfrentar las situaciones coyunturales que nos afectan, sin valorar los antecedentes históricos de nuestra vida republicana constituidos en adeudos irresolutos. 

Las marchas en el país explotaron debido a la presentación de la reforma tributaria y en medio del cuarto pico de la pandemia propuesta por el covid-19, esto último pasó a un segundo plano, posicionando en el primer lugar al hartazgo atorado en la garganta de un pueblo que se resiste a seguir conviviendo con pobreza, violencia y desigualdades. 

Las marchas activan las campañas electorales del año 2022, por ello, es necesario pensar a Colombia como un bien superior, para evitar el resurgimiento de los males insertados en nuestra democracia, actualmente, relacionado con la argucia ideológica y alimentados por el populismo con capacidad de manipulación.

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