La ingeniería es una profesión cargada de lógica, números y llamada a dar soluciones, afirma Elkin Sepúlveda, persona en reincorporación que desde hace 3 años y medio decidió empezar a estudiar ingeniería de sistemas en la Corporación Unificada Nacional de Educación Superior (CUN).
Un pequeño escritorio al lado de su cama, un computador con algunas teclas defectuosas y una silla de oficina, conforman el lugar de estudio donde ha pasado largas jornadas aprendiendo sobre programación, redes, internet y computación.
“Al comienzo uno de los mayores retos fue aprender a manejar las plataformas y la responsabilidad propia. Las carreras virtuales requieren que las personas investiguen por sí mismas”, cuenta. Se refiere a esa preparación personal y profesional que va más allá de las notas. A eso le dedica la mayor parte de su tiempo.
DESAFÍOS
Hace cinco años, Elkin llegó al antiguo ETCR Pondores, ubicado en Fonseca, La Guajira, donde los excombatientes de las Farc-Ep iniciaron su tránsito a la vida civil. Allí se estableció junto a su familia. Al comienzo, reconoce, tuvo temor de volver a una sociedad que dejó cuando tenía 16 años.
“Cuando uno recién sale (de la guerrilla) viene con desconfianza y temeroso porque se va a enfrentar a una sociedad que no conoce. Y además en el marco de la guerra se genera una dependencia de subordinado-comandante. En cambio, en la reincorporación empieza un proceso de autosuficiencia: yo debo responder por mi familia”, señala Sepúlveda.
Esa visión de crecimiento independiente lo impulsó a iniciar sus estudios superiores a los 38 años, apoyado en la idea de que nunca es tarde. “En Colombia uno se pensiona a los 70. Todavía tengo 30 años de vida productiva”, calcula entre carcajadas.
La edad no es el único ‘pero’ que se encontró en el camino. En el 2009 perdió su brazo y su ojo derecho. Con insistencia y gesticulando, recalca que la discapacidad múltiple, lejos de bloquearle oportunidades, lo ha desafiado.
“No es solo terminar la carrera, sino terminarla con un puntaje de notas alto para que cuando presente el curriculum (hoja de vida) no miren a la persona con discapacidad, sino que vean el puntaje de notas. Que ellas hablen por mí”, resalta Sepúlveda. Bajo ese principio se ha destacado por sus calificaciones durante los 3 años y medio de carrera.
CERRAR BRECHAS
A Elkin la lógica de la programación, tensa y un poco confusa para los no expertos, también le ha facilitado comprender y solucionar algunos problemas de la vida. “No solamente te muestra el conocimiento de software, hardware, manejo de redes, también es una forma de prepararse para la vida. Uno empieza a pensar diferente. Lo que era un problema, ahora se ve con la lógica de buscarle una solución”, reflexiona.
Con algo de preocupación concluye que La Guajira recién se abre a la innovación y la tecnología, lo que podría dificultar conseguir empleo sin tener que emigrar de su tierra. Sin embargo, guarda la esperanza de, una vez obtenga el título, poder trabajar en tecnificar prácticas agropecuarias del departamento, como la ganadería.
“Ojalá podamos cerrar esa brecha entre tecnología y campo. Fue otra de las razones por las que estudié sistemas, que las fincas estén tan automatizadas que todos podamos administrarla. Educarse es actualizarse al contexto para poder trabajar”. Ya dio los primeros pasos en ese objetivo personal: en julio terminó de programar y diseñar el portal web de la cooperativa Coompazcol, donde se integran los proyectos productivos del antiguo ETCR Pondores, con el propósito de optimizar los procesos.
Como Elkin, en los departamentos del Cesar y La Guajira, más de 100 personas que firmaron el proceso de paz cursan actualmente estudios de formación para el trabajo, carrera profesional, técnico o tecnólogo.
Por Redacción EL PILÓN